PS_NyG_1993v040n002p0201_0238

SATANAS Y EL PECADO ORIGINAL 211 Una última, pequeña precisión. En la p. 292, con una redacción algo tortuosa, parece decir Sayés que, para A. Villalmonte , el pecado original consistirá en la ausencia de gracia. En realidad, A. Villalmonte niega que el hombre entre en la existencia cargado con cualquier tipo de pecado. Por contrario, para no dejar al hombre en la ausencia y vacío de una positiva relación al Dios que lo llama a la vida eterna, afirma que todo hombre nace incorporado-ya a Cristo , Sacramento universal de salvación, en estado teologal de gracia y amistad de Dios8. No hay ausencia, sino presencia real de la Gracia. 2. E xplicación demonológica del pecado original Con algún retraso llego a comentar la «nueva perspectiva» desde la cual el prof. Sayés emprende la tarea de explicar el tortuoso misterio del pecado original. La califico de «demonológica» porque, en sustancia, viene a decir: se comprende mejor lo que significa nacer el hombre en pecado original si decimos que todo hombre entra en la existencia bajo el dominio de Satanás, en la forma que allí se especifica (p. 295-337). Éste sería el aporte de Sayés a la abundante floración de opiniones que, desde hace medio siglo y con renovado interés, se han cultivado en el campo de la teología católica. Ya en su tiempo pudo decir M. Lutero que, sobre el pecado original «fabula la turbamulta de los teólogos de varias maneras » 9. El mismo no se privó de ‘fabular’ largo y tendido sobre el tema. En este contexto, al prof. Sayés no se le ha de negar el derecho a hablar/ 'fabular sobre el pecado original según su talante y talento personal. Lo hace, en efecto, proponiendo una nueva «hipótesis de traba­ jo» (p. 295; 313). Que, «aunque nueva en su formulación, tiene el respaldo de toda la tradición y nos parece responder adecuadamente a los grandes interro­ gantes que el tema presenta» (p. XVIII; cfr. 295). Subrayo gustoso el carácter de «hipótesis», de «teoría» que Sayés quiere dar a su explicación. Con laudable sobriedad científica se abstiene de cualquier doctrinarismo enfático y, mucho más, de pretender certidumbres definitivas y dogmatizantes. Por mi parte tampoco me gustaría solemnizar mi discrepancia con el prof. Sayés, aunque, como se verá, ella sea radical. Se trata de una cues­ tión», «quodlibetal» muy propia de nuestro mester de teólogos. 8. Me he esforzado en demostrarlo en el artículo, ¿Pecado original o santidad originaria?, en Estudios Franc. 82 (1981) 269-381. Reafirmé mi tesis desde otra perspectiva muy rigurosamente teológica: Voluntad salvífica universal y pecado original , en Estudios Franc. 92 (1991) 1-24. 9. Citado por J. GROSS, Die Entwicklungsgeschichte des Erbsündendogmas seit der Refor- mation. Bd. IV, München/Basel 1972, 352.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz