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JUAN DE YEPES Y JUAN DE ZUAZO 187 Villalobos, caballero de la Orden de Calatraba, en seis doblas. Y es barato. Vale cinquenta» (firma de difícil lectura). El manuscrito ha sido paginado dos veces. Su datación es casi segura, cayendo entre el año 1634, ya indicado, y el de 1597, fecha que incidental­ mente se lee en su f. 24 lv. Debe de ser, más exactamente, de 1629, fecha que aparece en la cara interna de la página pegada al forro de la portada. No nos hemos detenido mucho, sin embargo, a apurar su fecha mediante criterios internos ni externos. Valga añadir, no obstante, que el bosquejo de las virtudes heroicas de san Juan de la Cruz persuade también esa datación, pues es un pasaje con sabor a proceso de beatificación no sólo incoado, sino bastante avanzado y sabido es que éste se ultimó a fines de 1628. Es en su libro tercero donde trata de nuestros personajes3. Nada dire­ mos aquí del perfil biográfico del gran carmelita, reservando a las notas de su edición el ilustrarlo. Es una «vida» tan sintética como completa en los rasgos esenciales, trazada, al parecer, de primera mano. No en vano se conocieron durante años biógrafo y biografiado y el primero hizo de testi­ go en el proceso apostólico de Medina. Esa impresión de cercanía a su tema se borra en el caso de Zuazo, por lo que el autor se ve obligado a recurrir a otros autores, y el resultado es también más legendario, milagre­ ro y menos realista de lo que el gusto hagiográfico actual toleraría. Común denominador de los modernos historiadores de Medina y tam­ bién de sus fuentes —López Osorio, Ayllón— es el total desconocimiento de que Juan de Zuazo vivió la última parte de su existencia de capuchino. Les hubiera bastado asomarse a la fuente impresa citada por López Osorio, Antonio Daza, para ganar en exactitud y completez. 3. Juan de Zuazo en las fuentes capuchinas Los cronistas capuchinos italianos de la primera hora se acercan a la figura y obra de Juan de Zuazo mucho más que los españoles mencionados. Varios de ellos se confiesan, incluso, sus contemporáneos y hablan de él como testigos de vista y de trato. En general, puede decirse que, aun repi­ tiendo muchos datos ya conocidos sobre la juventud y el martirio, los 3. La biografía de Juan de Zuazo se halla en el capítulo tercero del libro tercero y la de san Juan de la Cruz en el capítulo sexto. Ese libro está dedicado, en su mayor parte, a tratar de «las personas que se tienen por santas, hijos de esta Patria, como lo dirá la vida de cada uno» (f. 164v). En esa galería entran, entre otros tan poco conocidos hoy como Zuazo: Sebastián de San José, carmelita descalzo y mártir, Hernando Suárez, jesuita y mártir también, Juan de Hormaza, dominico, y José de Santa María, franciscano alcantarino. Figura también en ella el hermano de san Juan de la Cruz, Francisco de Yepes (cap. 7.°).

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