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184 GERMAN ZAMORA SANCHEZ y la de él y la de san Juan de la Cruz en las minibiografías de López Osorio, que transcribimos. 1. ]uan de Zuazo en los historiadores de Medina Incluyendo entre ellos también a antiguos autores más bien de crónicas y relatos medinenses que de verdadera historia, hallamos este muestrario, procediendo del presente hacia el pasado: La novísima Historia de Medina del Campo y su tierra. Nacimiento y expansión , coordinada por Eufemio Lorenzo Sanz (3 vols., Valladolid 1986), parece desconocer la existencia de Juan de Zuazo. No debe extrañar mucho, visto el enfoque predominantemente economicista que la guía. Gerardo Moraleja Pinilla (Historia de Medina del Campo , Medina del Campo 1971) repite, en parte, a su predecesor, I. Rodríguez Fernández, y añade que, muerto el medinense fray Juan de Zuazo, recibió en el con­ vento de San Francisco de su villa natal honores de santo, aunque no estuviera reconocido como tal por la Iglesia. Siendo el primogénito de su familia, le correspondía de derecho la sucesión en el mayorazgo de la mis­ ma, pero el joven, que se sentía más inclinado a la religión que a la vida civil, decidió seguir aquélla, llamando, primero, a las puertas de la cartuja de Aniago —cuyas imponentes ruinas pueden verse aún junto a la desem­ bocadura del Adaja en el Duero—, después, a las del retiro franciscano del Abrojo: ni en una ni en otro fue admitido por recelo de que su «regalada juventud» le impidiera soportar la austeridad del claustro. Pero él no cejó, sino que encaminó sus pasos al convento de San Francisco de Valladolid, de los Menores Observantes, que le recibieron. «Terminado el noviado, recibida la profesión y cursados los estudios, fue fray Juan de Zuazo mode­ lo de la más perfecta observancia». Ambicionando el martirio, pidió y obtuvo permiso para viajar, con un compañero, a Tierra Santa, y de allí se dirigieron a Egipto a predicar el evangelio a los musulmanes, que les quita­ ron la vida de un modo atroz (o. c., 41 ls). El citado Ildefonso Rodríguez y Fernández {Historia de la muy noble, muy leal y coronada villa de Medina del Campo conforme a varios documen­ tos y notas a ella pertinentes , Madrid 1903-1904), encabeza con el nombre de Zuazo la serie de «hijos ilustres» del lugar (p. 787). Afirma que su nombre de bautismo fue el de Lope y que nació en 1521 ó 1522, siendo hijo de Juan de Zuazo y de doña Ana Barrientos, matrimonio que había acogido en su casa a los franciscanos de Medina al ser destruido su conven­ to en la revuelta de los comuneros. De ese dato en adelante, para Rodrí­ guez y Fernández todo es «franciscano», incluso el monasterio de Aniago.

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