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JUAN DE YEPES Y JUAN DE ZUAZO 197 Granada, en todas las quales fue prelado y se vibió en ellas con gran perfición de la vida primitiua48. [Virtudes heroicas] Resplandecieron en este padre las tres virtudes teologales en grado heroico49, porque tuvo sienpre una fee tan viba y hablaua tan altamente della como si la viera. Con esta fee se consideraua en sus sequedades y muchos hombres graues decían que su gran fe le tenía sienpre abracado con dios y desasido de las criaturas. Con la esperanza, que sienpre tuvo abracada con la fee, se veían en él cosas maravillosas y era tan fervorosa la esperanza que tenía en Dios que decía muchas vezes: «¡o esperanza del cielo, que tanto alcanzas quanto esperas!». Y con esta esperanza en las partes donde fue prelado tuvo sien­ pre sus casas muy vien proveídas //[ 178v] sin distracción de los Relixiosos y solía decir que, si sus frailes fuesen hombres de espera en Dios, no avía menester otra diligencia para sustentarlos. Espirimentóse en algunas casas este fruto de la confianza, porque, entrando sus rreligiosos en el rrefectorio muchas vezes sin tener qué comer, traían a la portería lo necesario quien lo traya y esto se vio algunas vezes en Granada y en El Calvario. Su caridad fue en grado perfetísimo y el amor de Dios, tan apoderado de su alma que sus palavras heran sienpre de Dios y encendía con ellas en su amor a las personas con quien trataua. Cuando trataua de cosas espirituales con personas de afuera, por el peligro que tenía de eleuarse husaua de algunos despertadores que le cau- sauan dolor para divirtille. Esto tenía espirimentado la madre Teresa y decía que no se podía hablar de Dios con el porque luego se trasportaua. Tuvo particular don de Dios contra los demonios que entrauan en los //[ 179] cuerpos, para conocer la licencia que tenían de Dios para atormen­ tarlos y los medios por donde aíian de ser espelidos, de lo qual se vieron rraros exenplos. Y el mesmo dominio tuvo sobre las nuues y tenpestades y demonios que las causauan. Y desacía estas tenpestades con tanta facilidad que parecía que le auía dado Dios dominio sobre el aire y fuego. 48. Muy bien resumía recientemente José Vicente Rodríguez este periplo andaluz sanjua- nista: «En Andalucía transcurrirá diez años de su existencia (1578-1588), extraordinariamente fecundos en cuanto a experiencia y actividad: gobierno y dirección, magisterio oral y creación literaria, viajes y construcción. Se desarrollan en un ‘crescendo’ de dinamismo humano y religioso, con tres residencias sucesivas: soledad abierta en El Calvario (un año), actividad de Baeza (tres años), desbordamiento en Granada (seis años)» (Dios habla en la noche , 189s). 49. Desde ahora se advierte en la breve biografía el estilo panegírico de un proceso de beatificación en marcha.

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