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174 ISIDORO DE VILLAPADIERNA además de contusiones y cortaduras, salió con algunas costillas rotas, que no necesitaron hospitalización. Superado este tercer accidente —«A la tercera va la vencida», dice el refrán español—, sin más miedos ni aprensiones se metió de lleno en las tareas y obligaciones que le fueron asignadas. Esta época romana fue pró­ diga en realizaciones. El 8 de mayo de 1981 defendió, por fin, su bien elaborada tesis doctoral, presentada a la Universidad Gregoriana con el título Francisco de Villalpando (1740-1797), O.F.M. Cap., introductor oficial de la filosofía moderna en España. Obtuvo «summa cum laude» y la meda­ lla de Oro de Juan Pablo II. La tesis, de nuevo perfeccionada y refinada, será publicada en 1989. En 1982 fue nombrado vicedirector de la revista, el 4 de enero de 1984 vicepresidente del Instituto, y el 30 de enero de 1987, presidente del mis­ mo. Por su disponibilidad y su capacidad especialmente lingüística, fue requerido con frecuencia por la Curia general y sus organismos para pres­ tar determinados servicios, entre ellos el de traductor simultáneo en con­ gresos internacionales de la Orden celebrados en el Aula magna del Cole­ gio Internacional, cicerone de los grupos de estudiantes del mismo colegio o de participantes a los cursos de formación en sus visitas a Roma y alrede­ dores, a los museos vaticanos y al Museo franciscano de nuestro Instituto, del que fue nombrado viceconservador oficialmente en febrero de 1986. Desde 1984 a 1986 fue miembro de la Comisión General de Reflexión e Investigación de la Orden e intérprete en la comisión preparatoria del V Consejo Plenario de 1986. Aunque lejos de la provincia, no perdió el contacto directo y eficaz con ella. Acudió a los capítulos provinciales celebrados desde 1981, como dele­ gado, y lo fue también por parte de la provincia en el capítulo general de 1988. Se prestó para dar conferencias de franciscanismo a los grupos espa­ ñoles de los cursos de formación permanente. Desde 1983 hizo de ecóno­ mo en Roma de la provincia y de su viceprovincia de Venezuela. Incluso dedicó el verano de 1988 a ordenar el Archivo de esta viceprovincia en Caracas. Roma, o mejor, el Grande Raccordo Anulare donde está ubicado nues­ tro Instituto, el Colegio Internacional y la Biblioteca Central de la Orden, fue el verdadero «lugar hallado» del P. Germán. No sólo le proporcionó descanso y facilidades para sus tareas científicas y culturales, sino también variadas formas de evasión. Reposaba, se oxigenaba en sus largos paseos por la finca, con bosque* y valle, del colegio o por las soledades de la campaña romana, siempre con un libro en mano. No menos reconfortan­ tes, para el espíritu y los ojos, las apacibles horas que pasaba en el Museo

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