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84 ANTONIO HEREDIA SORIANO tion à l’étude de la philosophie espagnole au XVÎe siècle , trabajo que obtuvo la máxima calificación («Très honorable») y que con el mismo título publi có ese mismo año en París16. También dio a la imprenta en 1943 la tesis complementaria de Doctorado: Esquisse des progrès de la spéculation philo sophique et théologique à Salamanque au cours du XVIe siècle17. Ni que decir tiene que en su bautismo de fuego como hispanista filósofo, la figura que más le atrajo fue la del maestro salmantino Fray Luis de León, «espíri tu prodigioso abierto a todas las intuiciones», según expresión del propio Chevalier18. En la obra de este «héroe de la Leyenda Dorada» —son ahora palabras de Guy—, «doliente prisionero» en las cárceles de la Inquisición, «agusti- niano» ardiente y sagaz, de temperamento intelectual muy moderno (si bien todavía enraizado en la Edad Media), cuya curiosidad universal y ciencia enciclopédica le convierten en un hombre de nuestro tiempo...»19. En la obra de Fray Luis de León y de otros maestros salmantinos de la época, nuestro hispanista descubrió en este su primer viaje «renacentista» y limpiamente filosófico a la Roma del Tormes, el significado profundo de aquella Escuela tan lejana y tan próxima; esto es, la posibilidad de formular y de practicar el humanismo cristiano, la posibilidad de seguir formulándo lo y practicándolo a la altura de nuestro tiempo. De los maestros salmanti nos, especialmente de Fray Luis de León, le atrajo sobre todo su universa lismo, la búsqueda de la unidad, solidaridad y fraternidad de todos los seres, pues todos tienen un origen común y todos se dirigen al mismo fin; le atrajo el aliento ascendente hacia Dios desde la humanidad asumida en su real singularidad y diversidad; le atrajo la independencia intelectual, la audaz renovación de métodos y doctrinas, el anhelo de lo originario y fundamental, el esfuerzo por repensar creadoramente el viejo patrimonio, la actitud abierta y buscadora de lo vivo en la Naturaleza y en la Historia; le atrajo, entre otras muchas cosas, el mensaje proclamado de que «todas las criaturas racionales tienen una auténtica vocación de paz»20. En una palabra, la Salamanca del siglo XVI dio a Alain Guy la prueba fáctica de que el Renacimiento podía ser a la vez moderno y cristiano; y a la vista de ellos, después de este fructífero encuentro con la Salamanca eterna, simbó lica, cobró ánimo y tomó decisión y argumentos para trabajar ya de por 16. Paris, J. Vrin 1943, 788 pp. Esta obre fue traducida parcialmente al español por Ricardo Marín Ibáñez. Cfr. nota 1. 17. París, J. Vrin 1943, 68 pp. 18. J. C h e v a lie r , o . c ., en nota 11, 666. 19. A. Guy, o . c ., en nota 1, 74-75. 20. Ibid ., 232.
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