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ALAIN GUY Y SALAMANCA 87 que ansia la presencia de la persona amada, así Guy quiso un día tener la posesión visual y peripatética de Salamanca..., pero no para descansar, como veremos en seguida. A la orilla del Tormes arribó por primera vez en 1953 y a ella vuelve reiteradamente sin irse nunca del todo. Su genio y figura es ya familiar entre nosotros, y su presencia reconocida espontáneamente por profesores, bedeles y aun estudiantes de los últimos cursos que ya lo vieron en otras ocasiones. En cada viaje conquista un nuevo conocimiento, una nueva amistad (individual o familiar), incorporándola con fruición a las nume­ rosas anteriores, anotando cuidadosamente datos de su interés, como las señas personales y profesionales y otras mil circunstancias, en su cuaderni­ llo de pasta negra, siempre a mano, compañero inseparable... Felisa de Unamuno, Manuel García Blanco, Juan Domínguez Berrueta, Antonio To- var, Miguel Cruz Hernández, Gustavo Bueno, Santiago M.a Ramírez, Luis Sala Balust, Mauricio de Iriarte, Lamberto de Echeverría, Saturnino Alva­ rez Turienzo, Enrique Rivera de Ventosa, Vicente Muñoz Delgado, Anto­ nio Pintor-Ramos, Mariano Alvarez Gómez, Miguel A. Quintanilla, Nicolás Martín Sosa, Cirilo Flórez Miguel, yo mismo y otros muchos cuya lista se haría interminable, han sido y somos testigos de su siembra y buen hacer en Salamanca23. Así pues, el contacto de Alain Guy con Salamanca no se ha limitado al pasado renacentista, sino que —hombre de su época— ha sentido también la necesidad de aproximarse al pensamiento actual allí excogitado: Unamuno, Domínguez Berrueta y el conjunto de jóvenes y novísimos de los años 50 para acá24. Y creo que su curiosidad por lo salmantino contemporáneo no ha sido circunstancial ni epidérmica; sospecho que ha nacido de un profundo deseo, como de quien busca brotes renovados de un programa intelectual y de vida ya lejano en el tiempo, pero que se quiere joven y actual por la armonía universal que predica, por el libre examen que supone y por el elevado concepto de dignidad humana que encierra, merecedor por tanto de figurar activo en las postrimerías de un siglo que ha sufrido demasiado, preci­ samente por olvido y desprecio de aquella armonía, libertad y dignidad... En consecuencia, el deseo de Guy de ir más allá del Siglo de Oro salmantino no ha sido por alejarse de lo esencial de su contenido, sino 23. E. R iv e ra DE VENTOSA, Alain Guy y sus amistades de Salamanca, en «La Gaceta Regional», Salamanca (24.IX. 1986) 4. 24. A. G u y, Essai d}explicitation d’une haute pensée castillane au XX e siècle, en nota 14 (sobre J. Domínguez Berrueta); Id., Miguel de Unamuno, pèlerin de l’absolu , en Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno I (1948) 75-102; Id., Unamuno. Paris, Seghers 1964; Id., La philosophie à Salamanque, aujourd’hui , en Philosophie, VII (1978) 9-22.

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