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ETERNO RETORNO DE LO IGUAL EN NIETZSCHE. 65 Es su «no» al mecaniscismo. Nietzsche opina que las dos visiones más opuesta, mecanicismo y platonismo, se reencuentran en la idea del retorno, claro está que los dos en tanto que ideales. Ciertamente la sucesión de fenómeno no prueba una ley sino una rela ción entre varias fuerzas. La relación causa-efecto es, para Nietzsche, una concepción falsa porque el primer estado no tiene influencia que ejercer. En realidad se basa en la diversidad esencial de ambos estados. Es una crítica de la «necesidad», como creadora de falsas obligaciones, y de la «ley», como falsa libertad en el mundo. No hay regularidades. No hay leyes porque «todo poder produce en cada instante sus últimas consecuen cias» 32. Su refutación del mecanicismo es reiterativa: si el mundo se marcase una meta, ésta debería haber sido alcanzada33. Así, cualquier hipótesis científica que necesite de una meta queda refutada, y superada por su «pensamiento abismal». «Hay que liberar completamente de los fines la absoluta necesidad: por lo de más, no debemos intentar sacrificarnos, y debemos dejarnos llevar. ¡Unicamente la inocencia del devenir nos da el gran valor y la gran lib ertad !»34. Inocencia del devenir como estado necesario para el advenimiento del retorno. Insistencia en aspectos ya comentados. «...las fuerzas adquiridas y acumuladas por muchas generaciones no fueron disipa das y dispersadas sino reunidas por un círculo y por una voluntad firmísima»35. La fortaleza es necesaria para llevar a cabo una gran misión. Nietzsche desea sufrimientos a los hombres que ama, Zarathustra no tiene compasión de sus discípulos porque les desea «lo que revela el valor de un hombre: ¡Que aguanten con firmeza!»36. No interesa tanto la alusión a la acumulación de fuerza durante genera ciones, sino la sugerencia de la importancia de la acumulación de fuerza desde la individualidad. He señalado este texto por la importancia que da siempre Nietzsche el fortalecimiento como preparación para el retorno, no por lo que pudiera 32. Ibid., 348, n. 627. 33. Cfr. Ibid., 59, n. 55; 387, n. 701. 34. Ibid., 426-427, n. 781. 35. Ibid., 524, n. 988. 36. Ibid., 490, n. 905. 5
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