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60 MARIA LUISA GARCIA GARCIA como «autosuperación del nihilismo», el cual a su vez había surgido de la muerte de Dios. ¿Podríamos entender que la unidad nihilismo-retorno es debida a la inversión de su voluntad de la nada en voluntad de eternidad? Por supuesto sólo desde el último período del nihilismo. Pero, ¿cómo querer lo que tiene que ser y, a la vez, constreñir una voluntad de futuro hacia una voluntad de pasado? Esto enlaza con aquel «transformar todo «fue» en un «así lo quise yo» 10. «Cualquier rasgo fundamental del carácter que palpite en el fondo de cualquier hecho, que se exprese en cualquier acontecer, cuando sea experimentado por un individuo como su rasgo característico fundamental, debería impulsar a ese individuo a probar triunfalmente cada instante de la existencia universal»11. Afirmación del propio ser dentro de un ser universal. Es la expresión de una transfiguración de la existencia que se quiere a sí misma. La propia redención es presentada como recorrido desde la misma individualidad. «La doctrina del «eterno retorno», tendría presupuestos sabios (como los ten­ dría la doctrina de Buda, por ejemplo: el concepto de la causalidad etc.)... La creencia en el eterno retorno como una maldición que cuando hiere hace que no se retroceda ante ningún acto, querrá no extinguir pasivamente sino extinguir todo lo que hasta ese punto está falto de sentido y finalidad: a pesar que se trata sólo de un espasmo, de una rabia ciega ante la idea de que todo estaba allí desde la eternidad, incluso este momento del nihilismo y de ansia de destrucción» ,2. Es la expresión del retorno visto desde el nihilismo ¿Síntoma de agota­ miento? ¿Exceso de vida? Es el camino del no-sentido hacia la afirmación de la vida misma. La superación del nihilismo en su más extremo sentido conduce a otro extremo inverso. Llegó el tiempo de la creencia en la abso­ luta inmoralidad de la naturaleza; no hay sentidos finales; todo aparece como vano. En realidad, si todo es vano, si no hay meta, la duración será el pensamiento más paralizante, pero ante él, poseemos fuerza. Nietzsche nos ha presentado este pensamiento bajo su más terrible forma13. El valor de la destrucción no reside sólo en que purifica, sino en que también fortalece, vitaliza y prepara para el retorno. 10. F. NlETZSCHE, A sí habló Zaratustra. De la redención, introd., trad. y notas de A. Sánchez Pascual, Madrid, 1985, 12.areimpresión,204. 11. Id., La voluntad depoderío, Madrid1981, 59-60, n. 55. 12. Ibid, 61-62, n. 55. 13. Ibid., 59, n. 55.

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