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ETERNO RETORNO DE LO IGUAL EN NIETZSCHE. 59 En realidad, la llegada del nihilismo hay que entenderla desde la muer­ te de Dios. Esta supone la autodesvalorización de la religión, pero también de la moral y de la metafísica. La desvalorización no es consecuencia de perspectivas vitales nuevas, sino de la evolución del valor mismo, en cuyo origen ya se hallaba su «nada». El nihilismo se ha presentado como ayuda a la vida, aunque en realidad es su negación. La moral descubre sus intenciones ocultas, su camino hacia la nada, del que Dios era la máscara. El nihilismo es un estado intermedio que sólo puede ser superado cuando este mundo adquiera su sentido pro­ pio, creando su propia experiencia del ser. La conclusión de la posible superación del nihilismo no es que el hombre deje de valorar. Esto no lo hará nunca, ni en época de nihilismo, ya que en ésta su valor dominante es la nada. Lo que ocurre es que, gracias al método genealógico, Nietzsche ha podido descubrir, a la vez que el valor del origen, el origen del valor. El nihilismo lo entiendo no sólo como un intermedio en nuestro tiem­ po, sino como un intermedio necesario en cada vida individual. El retorno afirma también el nihilismo como transición. Hay cuatro grandes períodos: 1.—Desvaloración de los valores vigentes: Período de oscuridad. 2.—Comprensión clara de la antítesis existente entre los valores anti­ guos y los nuevos: Período de claridad. 3.—Ataque del hombre a sí mismo: Período de las tres grandes pasiones. 4.—Por el nihilismo se llega a la catástrofe y desde ésta se opera la transformación del hombre: Período de la catástrofe7. El último período enlaza ya con la posibilidad del eterno retorno de lo igual, pero todo es tarea del hombre. En la nueva posición de valores, la voluntad de poder es un principio, porque es la esencia de la vida misma y la transmutación de los valores se hace según el criterio de la vida. El tú debes se ha convertido en yo quiero, y este yo quiero abre la posibilidad a una existencia eternamente repetida, pero desde la generación y la capaci­ dad de transformación del querer en ser. Ahora la necesidad es libre y cobra sentido aquel «cómo se llega a ser el que se es» de Ecce Homo*. El camino hacia la eternidad es ahora tomado como superación simul­ tánea del tiempo y del hombre. El origen de este camino, como señala Lówith9, es la propia historia del cristianismo, que Nietzsche caracteriza 7. F. N ie t z s c h e , o . c ., 62-63, n. 56. 8. Esta significativa frase fue una de las tres entre las que Nietzsche dudó para subtitular su Ecce homo y que finalmente escogió. Cfr. a este respecto las indicaciones de Andrés Sánchez Pascual en Friedrich N ietzsc h e , Ecce homo, Madrid 1985, 9.° ed., 10. 9. Cfr. K. LÓWITH, De Hegel a Nietzsche. La quiebra revolucionaria del pensamiento en el siglo XIX, Bueno Aires, 1968, 273.

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