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76 MARIA LUISA GARCIA GARCIA ser-tiempo67. Hemos llegado así a un punto en el que Nietzsche se desdi­ buja: es Heidegger. La opinión de Valadier es que la voluntad de poder cualifica a la volun­ tad que quiere el eterno retorno: «Cualidad de una voluntad que quiere con pureza (es decir, sin nostal­ gia ni resentimiento) e intensamente la eternidad de lo mismo»68. Sin embargo, la afirmación del eterno retorno no se identifica con la voluntad de poder, porque si el eterno retorno no tiene otra posibilidad que ser afirmado por una voluntad que quiere la voluntad de poder, la afirmación de la voluntad de poder no expresaría todavía el eterno retorno. Querer la eternidad de lo igual, cuyo presupuesto es la voluntad de poder, nos lleva a la pura afirmación, cuyo único querer es la reducción de todas las cosas a la eternidad. Es querer la eternidad en toda su fecundidad. La verdadera afirmación de la voluntad de poder se lleva a cabo sólo cuando es capaz de querer la eternidad. Comparando los fragmentos recogidos con el resto de las obras de Nietzsche que he estudiado, me atrevo a decir que no hay nada más elabo­ rado y consistente, aunque quizá sí hay matices nuevos69, que, en mi opi­ nión, Nietzsche rechaza finalmente en sus realizaciones más acabadas. Es­ tos acercamientos «físicos», ya sean como críticas de un estado terminal70 o en términos de fuerza71, sólo aparecen en La voluntad de poderío y lo único que hay en una «línea científica» en otras obras es bien distinto. Por ejemplo, en A sí habló Zaratustra tenemos lo que podríamos leer como encadenamiento causal72 o incluso un acercamiento estadístico-reflexivo73, pero de consecuencias muy distintas y, sobre todo, en otra línea interpreta­ tiva. El intento de hacer una teoría científica del eterno retorno no dio resultado y sus más altas cimas están en el ámbito de la metafísica, no de la clásica sino de la metafísica tras la muerte de la metafísica, idea comple­ tamente expresada en A sí habló Zaratustra y no superada después. María Luisa GARCÍA GARCÍA 67. Cfr. M. O la sa g a st i , Introducción a Heidegger, Madrid 1967, 106-110. 68. P. VALADIER, Nietzsche y la crítica delcristianismo, Madrid 1982, 541. 69. F. N ietzsc h e , La voluntad de poderío, 553-554, n. 1059. 70. lbid, 551, n. 1055. 71. lbid., 552, n. 1055-1056; 554, n. 1060. 72. Id., A s í habló Zaratustra. La canción del noctámbulo, introd., trad. y notas de A. Sánchez Pascual, Madrid 1985, 12.a reimpresión, 428, n. 10. 73. lbid., Del amor al prójimo, 99-100.

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