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74 MARIA LUISA GARCIA GARCIA único lanzamiento que, por el número de la combinación producida, llega a reproducirse como tal. Así la repetición no se lleva a cabo por un gran número de lanzamientos, sino que el número de la combinación produce la repetición del lanzamiento de dados. La afirmación del azar queda ex­ presada por el lanzamiento de dados; la afirmación de la necesidad es la combinación que forman al caer. La necesidad, a su vez, se afirma en el azar, al igual que el ser se afirma en el devenir y lo uno en lo múltiple. La necesidad no suprime nunca el azar. Así, la clave está en la capaci­ dad del jugador para afirmar el azar. El azar nos libra de la necesidad. Sólo si sabemos afirmarlo, sabemos jugar. El destino para Nietzsche no supone la abolición del azar sino su combinación. Nietzsche sustituye la causalidad y la finalidad por el azar y el destino. Toda esta interpretación de la búsqueda de la combinación fatal enlaza con el amor fati como capacidad de querer lo que tiene que ser. El eterno retorno es, entonces, el resultado de la tirada, la afirmación de la necesidad, la reunión del azar ya afirmado y la propia repetición de la tirada. El eterno retorno no es, en ningún caso, sumisión al devenir sino afirmación de éste62. «...y se bendice a sí mismo como algo que debe retornar eternamente como un devenir que no conoce ni la saciedad ni el disgusto ni el cansancio. Este mundo mío dionisíaco que se crea siempre a sí mismo, que se destruye eternamente a sí mismo; este enigmático mundo de la doble voluptuosidad; este mi «más allá del bien y del mal», sin fin, a menos que no se descubra un fin en la felicidad del círculo; sin voluntad, a menos que un anillo no pruebe su buena voluntad. ¿Queréis un nombre para ese mundo? ¿Queréis una solución para todos sus enigmas? ¿Queréis en suma, una luz para vosotros, ¡Oh desconocidos!, ¡Oh fuertes!, ¡Oh impávidos!, «hombres de medianoche?». ¡Este nombre es el de la «voluntad de poderío», y nada m ás!..»63. El mundo del retorno es el mundo de Dioniso, siempre más allá del bien y del mal. ¿Hombres de medianoche? Medianoche, mediodía ¿son dos horas de un mismo mundo? ¿Azar-necesidad? La clave: Voluntad de poder, entendida ésta como un querer ir más allá de uno mismo. Aquí reside la posibilidad de apertura de la verdadera creación, en esta voluntad de transfigurarse y de sobrepasarse eternamente. Este querer por el que nos sabemos más allá de nosotros mismos nos fortalece, nos hace crecer, porque es un despliegue de fuerzas que potencia nuestro conocimiento esencial del ser. 62. Cfr. G. D e le u z e , o . c ., 40-46. 63. F. NIETZSCHE, La voluntad de poderío, 554-555, n. 1060.

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