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ETERNO RETORNO DE LO IGUAL EN NIETZSCHE.. 71 Las otras eliminaciones de las que habla Nietzsche ya han sido tratadas anteriormente. «E l hecho de que el espíritu sea devenir demuestra que el mundo carece de meta, de estado final y que es incapaz de ser... El mundo aún no siendo Dios debe ser capaz de la divina fuerza de creación, de la infinita fuerza de transfor­ mación; debe abstenerse voluntariamente de recaer en una de sus antiguas for­ mas, debe tener no sólo la intención sino también los medios de guardarse de toda repetición; debe por consiguiente «controlar» en todo momento cada uno de sus movimientos, para evitar malos estados finales, repeticiones...»53. Aparece en este fragmento la ya reiterada crítica de un estado terminal; es el aspecto más débil del retorno, su orientación física. ¿Es lo totalmente desechado en sus apuntes? La incapacidad de ser del mundo, de la que habla Nietzsche, nada tiene que ver con una posibilidad de ser del propio devenir creado. Más bien tiene que ver con una crítica a la concepción que atribuye al ciclo una tendencia o un fin, porque no puede hablarse de un proceso que suponga caos-armonía-circularidad. Para Nietzsche la circularidad no se ha «realiza­ do». Es la ley original, y toda realización ocurre en el interior del ciclo. Se podría deducir de estos fragmentos un cierto panteísmo. El mundo como ilimitadamente creador «igual al viejo Dios amado». Desde luego no es un matiz dominante en ningún aspecto esencial. Lo más importante de estos fragmentos es la sugerencia de un retorno que niega lo repetitivo. Desde el momento en que se presenta como creación, es fundamental eli­ minar cualquier matiz que suponga repetición. Así, el creador logra un «no existe todavía» porque tiene en sí la capacidad de modificar lo existen­ te produciendo él mismo lo real. La afirmación que se desprende de todo esto es la del ser del propio devenir y así toma todo su sentido nuestro «Instante», que es presente, pasado y devenir. Es la coexistencia del pre­ sente consigo como pasado y como futuro. Eterno retorno, entonces, es contradictorio con retorno de lo mismo porque, como señala Deleuze: «No es el ser el que vuelve, sino que es el propio retornar el que constituye el ser en tanto que se afirma en el devenir y en lo que pasa»54. El propio volver sería lo uno que se afirma en lo múltiple. Desde esta orientación, el mecanicismo es una falsa interpretación del retorno, porque nos lleva a una falsa consecuencia: la de un estado final idéntico al inicial. 53. Ibid., 55 1, n. 1055. 54. G. D eleuze, o . c ., 72.

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