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ETERNO RETORNO DE LO IGUAL EN NIETZSCHE.. 69 «...Medios para soportarlo: la transmutación de todos los valores. En vez del gusto por la seguridad, el amor por la incertidumbre: en vez de “ causa y efecto” la creación continua; en vez de la voluntad de conservación, la de potencia. Total: a la humilde expresión “todo es solamente subjetivo”, la afirmación “ ¡también es obra nuestra! ¡Seamos altivos!”» 48. La transmutación de la que habla Nietzsche habría que enlazarla con el nihilismo que, una vez vencido, facilita el paso para una crítica de los valores. Esto va unido al sentido del método genealógico que, como muy bien señala Deleuze, quiere decir: valor del origen y origen del valor, opo­ niéndose al carácter absoluto de los valores tanto como a su carácter rela­ tivo. Genealogía es «el elemento diferencial de los valores de los que se desprende su propio valor»49. Estamos en un ámbito en el que la metafísica no parece superada o sustituida. Es el desenmascaramiento de todas las cuestiones ontológicas en cuestines axiológicas. Negación y destrucción como forma de toda «transmutación de valores». La clave es la transformación del valor mismo que nos lleva a la base de toda posible valoración: la «vida misma» que aparece como voluntad de poder girando en eterno retorno. Este regreso hacia la vida como proyección axiológica se convierte en principio de una nueva posición de valores. Es importante tener en cuenta que todo sistema de valores supone una jerarquía, aunque ésta se presente encubierta. Nietzsche no pretende elimi­ nar valoraciones, sino establecer una jerarquía en la que dominen los ins­ tintos plenos de vida; así llegamos a una moral de señores, cuya base es el conocimiento de la voluntad de poder y del eterno retorno; pero sólo el superhombre está preparado para ella. Así se enlazan los temas fundamen­ tales de la filosofía de Nietzsche. Una vez abierto el camino de la transmutación, Nietzsche nos señala que la posibilidad del retorno es un reto que sólo el hombre capaz de riesgo puede asumir. Este hombre tiene un destino que le viene desde su ser más íntimo y que le convierte en un dios. Su lucha no es vana, aunque sea incesante y haya que realizarla día a día. La sustitución que nos propone Nietzsche para la causalidad, de la que ya hemos hablado, es la creación continua porque en ella está la inocencia, ya que el acto creador supone la afirmación de una libertad radical. La voluntad convierte el propio querer en creación; aquel «así lo quise yo» es la máxima instancia de la «voluntad creadora». 48. Ibid., 550, n. 1052. 49. G. D eleu ze, o . c ., 9.

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