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68 MARIA LUISA GARCIA GARCIA El eterno retorno ¿es ciertamente un pensamiento selectivo con una orientación ética? Riguroso sí, pero no en el sentido kantiano, como quiere Deleuze43. Sólo desde la responsabilidad de la afirmación incondicional de cada instante creado podremos querer, en su sentido más pleno, convirtien­ do ese querer en creación; para mí, este aspecto selectivo significa no re­ tención del pasado, sino vivencia con capacidad de cambio. De otro modo no seríamos fieles a otros pasajes de Nietzsche en que no es tan optimista44. El derecho al suicidio nos sugiere de nuevo el sentido de carga, de gran peso. ¿Podremos soportarlo? Pero no hay odio ni temor. Quizá es un reencuentro bajo una forma de vida diferente. Nuestro eterno retorno de lo igual no puede construirse sobre cadáveres. «El eterno retorno equivale a una profecía»45. ¿Una profecía de contenido reflexivo? Una vez examinado el mundo y descubiertos los ciclos, Dioniso y sus poderes: desapariciones trágicas y resurrecciones, ¿llegaremos a esa energía fundante del ser en todo su despliegue? La muerte repetida con la vida, el ciclo desde lo idéntico y lo diferente, satisfecho de haber engendrado por la repetición el saber de este mundo. Zarathustra es el profeta, pero no del retorno sino de su posibilidad: «¡Todo vuelve y retorna eternamente, cosa a la que nadie escapa!»46. Es, en mi opinión, la expresión de un primer acercamiento al eterno retorno como doctrina física esa crítica de un estado terminal a la que ya aludió al comienzo de esta obra, señalando que, si la existencia tuviera un fin, éste ya habría sido alcanzado47. Es el retorno oriental, el retorno de Heráclito y el retorno de El nacimiento de la tragedia; pero no su «pensa­ miento más abismal». Es la necesidad de una regeneración periódica de la vida, es la posibilidad de un nuevo renacer desde la repetición de la crea­ ción. Quizá el aspecto más interesante de este matiz del retorno sea la anula­ ción del tiempo, por medio de la cual se lleva a cabo la regeneración periódica. Esta vivencia del presente atemporal nos sugiere la posibilidad de un enfoque místico. 43. Cfr. G. DELEUZE, Nietzsche y la filosofía, Barcelona 1971, 99. 44. F. NIETZSCHE, A sí habló Zaratustra. El convaleciente, introd., trad. y notas de A. Sánchez Pascual, Madrid 1985, 12.a reimpresión, 301. 45. F. NIETZSCHE, La voluntad de poderío, 549, n. 1050. 46. Ibid., 550, n. 1051. 47. Ibid., 59, n. 55.

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