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ETERNO RETORNO DE LO IGUAL EN NIETZSCHE... 67 Anhelo de espíritu trágico. Dioniso expresa el impulso hacia la unidad. Es la afirmación plena de la vida, santificada hasta en sus propiedades más terribles, abriendo camino a una humanidad más allá de sí misma, ¿En busca de una verdad imposible? ¿De otro mundo? ¿De otra vida? ¡Qué inquietante fue la existencia de aquellos griegos que introducía el conflicto entre el antiguo y el nuevo instinto, que rechazaba el querer-vivir en nombre de aquel otro querer desconocido, el querer-conocer! Pero inquietante era también su pensamiento al aventurarse donde el poder de la vida no les llevaría jamás a los mundos que no existen —lo uno, el aire, el fuego—, en los que su sola creación impone la realidad, más realidad que lo convencionalmente real. Dioniso es un canto a la peligrosidad de la vida, a la búsqueda eterna a golpe de intuición, porque... «Dioniso despedazado es una promesa de vida; ésta renacerá eternamente y retornará de la destrucción»40. ...Cuando la misma vida en su eterna fecundidad determine el tormento pleno de afirmación. Los fragmentos que siguen pertenecen a la última parte de este «con­ glomerado» y están recogidos bajo el título E l eterno retorno. Haré un extracto de lo que, en mi opinión, es más significativo en cada uno de ellos. El eterno retorno «...es el gran pensamiento "educador”» 41. Para Nietzsche, pedagogía es la filología clásica. Bajo este nombre que­ dan reunidos también los instintos científicos y ético-estéticos. El hombre nuevo no puede ser sino pedagogía. El ideal pedagógico de la filosofía del futuro es la unión de una inclinación pedagógica al placer por la antigüe­ dad y al puro afán de saber. La educación que Nietzsche propone como preparación para el retorno es el fortalecimiento. ...«Yo deseo predicar el pensamiento que concederá a muchos el derecho a suicidarse: el gran pensamiento de la selección»42. Ya hemos señalado este aspecto selectivo subrayando su sentido de afirmación en la voluntad. 40. Ibid., 548, n. 1045. 41. Ibid., 548, n. 1046. 42. Ibid., 549, n. 1049.