PS_NyG_1993v040n001p0057_0076

66 MARIA LUISA GARCIA GARCIA tener de opresivo su «pensamiento abismal», sino más bien, al contrario, atendiendo a los matices más esencialmente liberadores porque sólo el hombre fuerte puede ser libre. «...y aunque sólo una vez haya vibrado y resonado nuestra alma como una cuer­ da en función de la felicidad, sería necesaria toda la eternidad para reconstruir las condiciones de este único acontecimiento, y toda la eternidad habría sido aprobada, justificada y afirmada en este único momento en que decimos « s í» 37. Es el sí a la existencia toda por medio de la afirmación de un determi­ nado momento. Pero esta afirmación de la existencia no puede llevarse a cabo si antes no hemos dicho «sí» a nosotros mismos. Así enlazamos con la soledad donadora de sentido y nota esencial del acto creador, porque toda creación es un acto de afirmación solitaria. La soledad es, en cierto modo, la nada absoluta desde la cual todo debe ser creado como afirma­ ción de una libertad radical. Nos hallamos ante un modo de intensificación de la vida. Cada instante, según este fragmento, pide eterna afirmación. Es la justificación absoluta de cada acto. Todo retorna desde la creación, des­ de la soledad. La afirmación trágica del sufrimiento acentúa el abismo, hasta que de su fondo aflora un grito de alegría: todo lo perecedero nacerá de nuevo. El creador ha transformado su querer en ser y ha llegado a un estado de plenitud embriagadora, en el cual el instante presente se convierte en «aho­ ra eterno». Este «Instante» constituye precisamente la esencia de la mayor felicidad38, porque el hombre no se resigna a soportar lo que ha sido y es, sino que lo quiere y tal como ha sido y es y por toda la eternidad. El creador es el símbolo mismo de la vida. Es el tiempo del superhom­ bre cuya voluntad creadora confiere sentido al universo. El eterno retorno deja de ser una hipótesis y se convierte en una realidad. «Dioniso sensualidad y crueldad. Lo transitorio podría explicarse como goce de la fuerza creadora y destructora, como creación constante... la eterna voluntad de creación, de fecundidad, de retorno: el sentimiento de la única necesidad de crear y destru ir»39. 37. Ibid.y 538, n. 1025. 38. F. NlETZSCHE, A sí habló Zaratustra. De la visión y del enigma, intr., trad. y notas de A. Sánchez Pascual, Madrid 1985, 12.a reimpresión, 226-228. 39. F. NlETZSCHE, La voluntad de poderío, 545, n. 1043.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz