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54 ISABEL LOPEZ RUIZ Pero como al mismo tiempo lo necesitaba porque es quien puede ase­ gurar su anhelo insufrible de inmortalidad, cambia la definición de f e de creer en lo que no vemos, por la de «crear lo que no vemos» , resultando así que «la fe es el poder creador del hombre»28. De esta forma, al ser el hombre quien de sentido a todas las cosas, Dios no podía ser menos que ellas, de ahí que sea el hombre quien nos lleve a postular a Dios: «Si la religión no se funda en el íntimo sentimiento de la propia sustancialidad y de la perpetuación de la propia sustancia, entonces no es tal religión. Será una filosofía de una religión, pero religión no. La fe arranca de la fe en nuestra propia existencia sustancial»29. Es así como Unamuno se entrega por completo a la creación literaria y especialmente novelística. En la novela, como vimos en el capítulo tercero, encuentra un medio de expresar una filosofía que no se podía reducir a sistema, convirtiéndose así en un método de integración, de dar vida al pensamiento. Recurre a la imaginación porque nos proporciona la forma más alta del conocimiento «porque la razón aniquila y la imaginación entera integra o totaliza; la razón por sí sola mata, y la imaginación es la que da vida»30. Y como «la personalidad la da la voluntad» 31 y «la voluntad crea la fe » 32, Unamuno identifica su yo con una voluntad casi divina que es capaz de crear la vida eterna y colaborar en la creación de nuestra propia personali­ dad a través de los personajes de sus novelas, llegando incluso a afirmar la superioridad del personaje de ficción sobre su creador. Con anterioridad nos hemos referido a que para Unamuno dentro de cada ser humano hay por lo menos dos yos —«la conciencia de cada uno de nosotros, en efecto es una sociedad de personas; en mí viven varios yos, y hasta los yos de aquellos con quienes vivo»33, y que el más profundo es el ideal, el que queremos ser. La identificación del yo profundo con el ideal surge y se desarrolla en el curso del tiempo. Tenemos entonces que la personalidad humana es ensoñación, creación de la imaginación al igual que lo son los entes de ficción. Por eso la característica más importante de la realidad humana 28. lbid., IX, 902. 29. Ensayos. Tomo II, 885-86. 30. Del sentimiento trágico de la vida , VIII, 876. 31. Ibid.y 876. 32. Ensayos. Tomo II, «Sobre la filosofía española», 561. 33. Del sentimiento trágico de la vida , VTII, 887.

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