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28 CAROLINA PEREZ CIRUELOS «[...] no es una cuestión especial, es la cuestión verdaderamente universal que hace regresar a ella, por una fecunda transposición de términos, el conjunto de cuestiones filosóficas y que, exasperada y plenamente resuelta, puede constituir el sistema de la realidad»12. Es una cuestión que debe resolverse y, para ello, es necesario un cami­ no, un método. La experiencia personal no se realiza abstractamente, vivir es estar en una situación que nos impone determinados elementos en rela­ ción a los cuales hacemos nuestra vida. Preguntarse si el hombre tiene un destino y la vida un sentido encierra, necesariamente, la angustia existencial. Ningún hombre puede permanecer ciego ante su problema: no podemos olvidar el gran problema que nos asedia continuamente, no podemos vivir sin pensar, no podemos vivir sin ser hombres. Asfixiado por la red de pesadillas que él mismo se crea... se ve condenado a sufrir su propio destino de ser hombre. 2. L a acción , lug ar geométrico de la problemática sobre e l hombre Si tomamos al hombre concreto observamos en él una dimensión diná­ mica como ser active que obra. Contrariamente a la tradición que nos legaron los griegos, el hombre no es sólo razón o un simple sujeto cognos­ cente, como muchos han sostenido —la naturaleza del hombre es pluridi- mensional—. Maurice Blondel encuentra el rasgo que mejor define la natu­ raleza del hombre y el más intrínseco a ella: la acción. Toda nuestra vida viene determinada por el actuar, por nuestra dimen­ sión dinámica de seres activos que obramos y de la que no podemos esca­ par porque, la acción, tiene un carácter existencial. ¿Qué es realmente la acción? Si quisiéramos definir qué es la acción nos encontraríamos, inicialmente, con el problema de «congelar» aquello que es dinámico y vivo en pequeños fragmentos inertes. La acción escapa a cualquier limitación: se abre a la infinitud de su propio ser. Pero, ¿debemos resignarnos a la pretensión de comprender qué es la acción? Nada más lejos de la realidad. Pensar qué es la acción ya es en sí una acción porque es el substrato último de todo pensamiento posible y cada décima de segundo de nuestra vida revela su presencia: vivir es reali­ zar acciones. La vida se despliega en una multitud de planos diferentes y, en ellos, se encuentra presente, necesariamente, la acción. Como diría Xa­ vier Zubiri: 12. V. D elbo s , Etudes Blon dé liennes I, Paris, PUF 1951, 104.

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