PS_NyG_1993v040n001p0025_0039

LA ANTROPOLOGIA BLONDELIANA DE LA ACCION 27 Uno de los rasgos que mejor caracterizan al hombre es el deseo de trascender los límites de lo conocido para poder llegar hasta aquello que permanece vedado para él. Este deseo incontrolado es su motor vivificante. No se satisface con vivir simplemente: quiere saber también «para qué» y «por qué» vivimos. La vida no sería vida ni el hombre tampoco sería hombre si no intentara buscar el «para» y el «porqué» de su existencia; ésta es su razón de ser. La filosofía de Maurice Blondel es, ante todo, una filosofía del destino —toma como punto de partida la pregunta por el sentido de la existen­ cia—. La pregunta por el destino es la raíz de todas las cuestiones filosófi­ cas, es la pregunta por excelencia. Las propias palabras del pensador nos sirven de explicación: «[...] parto de la única cuestión necesaria, eminentemente contenedora de todo el resto —la que da el impulso al movimiento del pensamiento y de la vida— , la cuestión del destino, del valor, y de la solución de nuestro se r» 9. El tema del destino del hombre constituye el hilo conductor de todas las búsquedas del pensador francés de las que obtiene un amplio abanico de consecuencias. Sólo preguntando el hombre encuentra una respuesta acerca de su puesto dentro del orden universal. Descubriendo el «porqué» y el «para» podrá llegar a determinar su naturaleza y, conociéndola, será capaz de ampliar su conocimiento sobre lo humano y lo no humano. La Filosofía de la Acción de Maurice Blondel se presenta, inicialmente, como un análisis reflexivo de la condición humana y como un ensayo de justificación de la existencia. Entiende por destino el desarrollo necesario de la vida, independiente de toda intervención del hombre en la trama de acontecimientos que se desarrollan en sí y fuera de sí, y el modo personal en que alcanza sus fines últimos según el uso de la vida y el empleo de su voluntad10. Según Blondel, para comprender el sentido verdadero de la vida del hombre, no es suficiente estudiar lo que el hombre piensa de sí mismo, o escuchar su opinión personal11. Hay que captarlo en todo su ser porque, como comenta su amigo Víctor Delbos, la cuestión del destino: 9. Cfr. M. BLONDEL, Inédits , en «Etudes Blondéliennes II», Paris, PUF 1952, 8. 10. Cfr. L ’Action, 470. 11. «La cuestión de nuestro destino es espantosa y dolorosa al mismo tiempo; cuando se tiene la ingenuidad de crear y buscarle una respuesta que sea epicúrea, budista o cristiana, es necesario o darle importancia del todo» ( I b i d 417).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz