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LA ANTROPOLOGIA BLONDELIANA DE LA ACCION 35 Lo individual y lo universal tienden a unificarse en lo concreto, en la acción41 y, como su energía no tiene límites, su único fin será llegar hasta la misma divinidad, hasta el Absoluto. Todos los actos del hombre se caracterizan por un algo trascendente que el hombre pone en ellos sin que él tenga conocimiento de ello. Dios está presente en todos ellos —tanto en los actos pasados como en los presentes y en los futuros— porque la acción es «una síntesis del hombre con Dios» 42. El fundamento de la trascendencia de Dios es su inmanencia. El hombre no es hombre sin Dios, es decir, no puede vivir si no es consciente de introducir a Dios en su vida. El hombre es un «animal tras­ cendental». Nos encontramos ante un hecho indiscutible que no puede ser negado: estamos sometidos a una determinación inflexible. Es imposible dar una solución negativa al problema de la acción o encontrar la solución en nos­ otros o en los demás. Sólo podemos reconocerlo, afirmarlo. La presencia del Unico Necesario permite la adecuación entre la «voluntad queriente» y la «voluntad querida». El método dialéctico constituye el método más apropiado para com­ prender el complejo dinamismo del hombre —la condición humana se caracteriza por la tensión entre la limitación y el deseo de superarla— . «Voluntad queriente», «voluntad querida» y «voluntad de Dios» son los tres momentos de la dialéctica. En cierto modo, este método dialéctico que emplea Maurice Blondel, evoca la dialéctica hegeliana, por lo cual se le ha llegado a llamar el «Hegel cristiano»43, en donde el pensamiento es sustituido por la vida humana, entendida como el origen de nuestras accio­ nes en las que el hombre se compromete en su totalidad. Si la acción es aquello por lo que los hombres se atraen entre sí, porque la vida común sólo es posible gracias a ella y la vida universal es la que sostiene y anima la vida individual como es animada y sostenida por ella44, no nos cabe más opción que «descentrarnos y recentrarnos en D io s»45. Este es el sentido de nuestra existencia, nuestro destino es descubrir a Dios y aceptar su presencia en nosotros. 41. «¡Ut unum sit Multi, ut multi sint Unum!» (Cfr. L ’itinéraire philosophique de Mau­ rice Blondely 183). 42. Cfr. L ’Action, 352. 43. Cfr. J. LACROIX, Maurice Blondel. Su vida, su obra, Madrid, Taurus 1966, 28 y L ’in­ tention philosophique de Blondel, en Le centenaire de Maurice Blondel 1861-1961 en sa Faculté des Lettres d’Aix-Marseille, Aix-en-Provence, Ophrys 1963, 104. 44. Cfr. M. T. A n to n e lli, o . c ., pto. n.° 27, 383. 45. Ibid., pto. n.° 46, 384.

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