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34 CAROLINA PEREZ CIRUELOS La energía es una fuerza necesaria que lanza al individuo fuera de sí, no hada un espacio vacío, sino lleno de otros individuos determinados por sus energías internas respectivas. El hombre es un ser relacional, necesariamente relacional. El encuentro entre las distintas energías genera una nueva ener­ gía que es el producto de la interacción entre las mismas. Tal acción sólo puede ser denominada cooperación y, su energía motora, «coenergía». La familia y la patria no son sino los anillos de la expansión de esta energía36. Hay un hecho que no puede ser olvidado: el hombre, por ser práxico, se encuentra «abierto» a un mundo que le sirve de contexto en el que otros seres esparcen sus acciones. Sobrentendemos en el pesamiento blon- deliano la caracterización del hombre como un «animal social» por natura­ leza y, como derivación, cultural —la cultura no sería más que el fruto de esas acciones—. La acción, gracias a la «synergía», al iniciar su viaje de autodespliegue y de autoconsolidación descubre la universalidad37: «Nada de creerse único. Peligrosa tentación y la más frecuente, ésta que murmu­ ra: haz esto porque tienes una naturaleza única, un espíritu original, un alma toda extraordinaria: descentralizarse impersonalizarse universalizarse»38. El hombre es también un «animal moral». El problema de la moral se presenta como un producto más de la acción. El hombre es un ser univer­ sal que debe buscar el equilibrio dentro de la totalidad y, para conseguirlo, necesita la moral: «[...] la moral es el resumen y la conclusión siempre provisoria y cambiante de la historia, no solamente de la humanidad, sino del universo en tero»39. Una moral que corresponde verdaderamente a la acción, se orienta por la práctica y obra para conocer, uniendo lo real con lo ideal, lo a priori con lo a posteriori y la teoría con la práctica40. 36. Ibid ., 253 y ss. 37. Según nos confiesa Blondel, en 1937, en su tesis doctoral estaba esbozada su idea esperanzadora de una Sociedad de Naciones. En ella se acentuaría el aspecto espiritual, es decir, sería una organización de la Humanidad pero místicamente concebida. Cfr. M. BLON- DEL, L ’Action II. L ’Action humain et les conditions de son aboutissement , Paris, Alean 1937, 497. 38. M. T. A n t o n elli , Pensamentos de Blondel , en Revista Portuguesa de Filosofía 14 (1963) 382. 39. L ’Action, 283. 40. «De la naturaleza al pensamiento puro, del pensamiento a la práctica, hay un pasaje ininterrumpido. Estos son los fenómenos heterogéneos más solidarios» {Ibid., 276).

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