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LAS PRIMERAS EXPRESIONES DE LA FE PASCUAL 9 Dios: ¡Justificados, para «estar en paz con E l» 8. El Jesús «resucitado (por Dios) de entre los muertos », en efecto, sigue actuando en los creyentes: «Salvándolos de la (divina) cólera venidera» o del final «justo juicio de Dios» por los pecados cometidos; pues Cristo resucitó como «el último Adán devenido Espíritu vivificante» o reanimador, al ser constituido «por su resurrección» en la dignidad mesiánica de «poderoso Hijo» de Dios, dotado con «el espíritu de santidad» o con el anastásicamente salvifico poder de santificar a los creyentes9: ¡Ayundándoles así a vivir su condición de «resucitados con Cristo» o de quienes «buscan las cosas de arriba... no la de la tierra», y pascualmente «viven para Dios (unidos) en Cristo Je ­ sús»! 10. Ese anastásico auxilio santificador es galardonado, en efecto, por el Señor resucitado mediante el don de su «Espíritu vivificante», que a los unidos a El libera de la tiranía impuesta por «la Ley» provocadora «del pecado», que da «la muerte» espiritual1 y ahoga la esperanza de la futura resurrección corporal. Garantía segura de ésta, por lo demás, es precisa­ mente el Espíritu de quien resucitó a Jesús de entre los muertos , por cuya morada en los fieles de Dios anastásicamente «revivificará también sus cuerpos mortales»12. Así el mismo Dios inaugura, en el Resucitado como «último Adán» y el Principio o «el Primogénito de entre los muertos», la escatològica «nueva creación» anastásica , definitivamente «liberada de la servidumbre de la corrupción» mortal o transformada en «un mundo nue­ vo» pascual , donde «ya no existirá la muerte» 13 esclavizante. c) Esa escatològica eficacia salvifica de la resurrección de Jesús subraya con energía Pablo en el comienzo de su carta a los fieles de Corinto, algunos de los cuales negaban que «hubiese resurrección [corporal] de muertos» y, con ello, implícitamente negaban que «Cristo resucitó» 8. Ef 1, 19-20; 2, 6; Col 2, 12; 3, 1; Rm 5, 1. Sobre la teología paulina de la justifica­ ción, Cfr. J. M. B o v e r , La justificación en san Pablo : EstB 4 (1945) 279-325; A. ÜESCAMPS, Justice, justificación : DBS IV, 1471-96: 1483ss; M.-J. LAGRANGE, Épitre aux Romains, Paris 1950, 119-41: 137ss; O. Kuss, Der Römerbrief I, Regensburg 1963, 121-31; P. B la s e r , Justi­ ficación-. DTB 557-66 (bibliogr.); K . KERTELGE, Rechtfertigung bei Paulus (NA 3 ), Münster 1971; W. M a n n , Justicia: CFT I 843-53: 848-50. 9. 1 Tes 1, 10; Rm 2, 5; 1 Cor 15, 45b, Rm 1, 4. Sobre este último texto, Cfr.: L. CERFAUX, o. c., 236; M.-E. BoiSMARD, Constitué Fils de Deiu : R B 60 (1953) 7-17; B. RlGAUX, o. c., 117-19; H. SCHLIER, Der Römerbrief (Herders ThKNT 6), Freiburg 1977, 23-27; S. V id a l, o . c ., 207-40: 225-31 (bibliogr.); P h . P e r k in s , o . c ., 217-19. 10. Col 3, 1-2; Rm 6, 11. 11. Rm 8, 2; Cfr. 3, 20; 4, 15; 5, 20; 6, 21. 23a. 12. Rm 8, 11; Cfr. 8, 23; 2 C o r 4, 14; 5, 4-5; 13, 4; 1 T es 4, 14. A e ste resp ec to , Cfr.: J. SCHMITT, o. c., 226 ss ; L. C e r f a u x , o. c.} 65-69; Id., Le chrétien dans la théologie paulienne (LD 33), Paris 1962, 162-73: 163ss; J. KREMER, Zeugnis , 91-94. 13. 1 Cor 15, 45; Col 1, 18; Rm 8, 20-21; Apoc 21, 4-5: Cfr. K. H. RENGSTORF, o . c., 01-95; F. X. D u r x w e ll, o. c.y 127-60.

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