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2 8 8 SOLEDAD ANAYA MARTINEZ sia di tale grandezza da giustificare anche l’ossessione; ma è coscienza chiara della Rivoluzione che in Lui s’identifica. E può darsi che nello stato d ’animo di Valerio qualcuno ritrovi il proprio. Qualcuno: che poi vuol dire molti...»75. Primo tempo consta de ocho capítulos en los que se narra la historia de Valerio Tani, estudiante di jurisprudencia; es la historia del estado de áni­ mo, como dice el autor, de un joven y entusiasta socialista que llega a Florencia con la intención de acrecentar su cultura: «H a cantato “bandiera rossa” ... poi ha cantato “giovinezza”» 76. De las filas del socialismo pasa a las del fascismo siguiendo el ejemplo de su primo Andrea, fascista convencido, que simboliza la permanente actitud del escuadrista revolucionario que se cree único y siempre el mejor y que tiene a los demás como gentes, oficialmente, despreciables: «camicia nera, revolver, bastone... adora Mussolini»77. Andrea ha puesto en el Duce todas sus esperanzas para la formación del Imperio y la forja de una nueva Italia. El grupo de amigos que rodean a Valerio contribuyen a iniciarle en la doctrina fascista, en el culto de sus mitos y en la adoración de su profètico Jefe: Mussolini. Guido, un apasionado en política, se encarga de entregar a Valerio una colección de los discursos del Duce, fuente primigenia, de donde emanan las principales consignas fascistas. Este pasaje de la novela le ofrece al autor la oportunidad de comenzar una inacabable serie de elogios, dirigidos a la personalidad de Mussolini y, concretamente, a su prosa y su oratoria: «Pareva che maneggiasse le parole, come Michelangelo maneggiava i suoi bloc­ chi di marmo:dando l’impressione che, dopo di esse, non ci fosse più nulla da dire e che, al di fuori di esse, non ci fosse che un caos informe...»78. De estas exaltadas alabanzas a las acrobacias lingüísticas de Mussolini, se trasluce el carácter influenciable de la juventud —que se inclina fácil­ mente a admirar al hombre de acción aunque éste sea un dictador— y el magnetismo emanado por la persona de Benito Mussoluni. Seguramente, Indro Montanelli, tiene bien impresa en su memoria la imagen sólida del 75. Ibid., 12. 76. Ibid. 77. Ibid ., 13. 78. Ibid, 25.

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