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FILOSOFIA LATINOAMERICANA: ¿POSIBILIDAD O REALIDAD? 251 instalar con seguridad al hombre en el mundo, mientras no hayamos llega­ do a esa forma de universalidad, repetimos, no podemos sino optar por prepararla adentrándonos en el fondo de nuestro ambiente correspondien­ te, para detectar en él sus limitaciones. Sin embargo, esta tarea requiere como su condición indispensable el tocar fondo en lo propio, pues los límites de una cultura los experimenta sólo aquel que ha llegado hasta sus últimas posibilidades. De esta suerte la inculturación, aunque etapa hacia la universalidad inter-trans-cultural, aparece como una tarea con significa­ ción propia, y que constituye acaso nuestra tarea más urgente de cara a la posibilidad de desenmascarar la función falsificante de un concepto de filosofía fundado en una universalidad abstracta. Lo anterior, que tiene casi el carácter de una breve digresión, nos ayuda a comprender que la elección de un «punto de vista», situado culturalmen­ te nada tiene que ver con aquel espíritu provinciano que condenó Martí al escribir: «Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea...»3. No se trata de provincialismo porque no se persigue fomentar un movi­ miento regresivo y de retirada aislante hacia la parcela que cada uno culti­ va. Se trata, como se deduce de lo antes indicado, de que el camino hacia la verdadera universalidad pasa necesariamente por la inculturación y, con ello, por el reconocimiento solidario de la autonomía cultural de todos los pueblos. Y el reconocimiento de esa autonomía significa aquí, en el presen­ te contexto, reconocimiento de que en cualquier cultura puede condensar­ se el pensamiento en filosofía y que, en consecuencia, filosofía puede ser un fenómeno culturalmente pluriverso. Cada versión de la filosofía requie­ re entonces, para el cuestionamiento de su status filosófico, una aproxima­ ción cultural adecuada. Es claro, por lo demás, que en nuestro caso ese acceso adecuado no puede ser otro que el «punto de vista» inculturado en el ambiente latinoamericano. Es verdad que con la opción de este «punto de vista» entramos en conflicto con cierta universalidad, pero ya hemos visto que es porque se busca una universalidad no ayuna de contextos ni de situaciones vitales. Así que sobre este aspecto no es necesario insistir más. Sí conviene sin embargo explicitar otro punto conflictivo implicado en la opción de nues­ tra perspectiva, a saber, el referido a la relación con la tradición filosófica. Desde el «punto de vista» por el que hemos optado, la tradición filosófica llamada universal, pero que es sobre todo tradición europea, aparece natu­ ralmente como tradición regional con contextos y situaciones intransferi­ bles. Por eso esta tradición filosófica se ve desmitificada, es decir, puesta 3. José M artí, «Nuestra América», en Obras Completas , tomo IV, La habana 1975, 15.

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