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FILOSOFIA LATINOAMERICANA: ¿POSIBILIDAD O REALIDAD? 259 en profunda intuición lo que podría ser una concepción de universalidad ecuménica y solidaria, esto es, no imperial ni totalitaria, nos había adverti­ do, con la severidad casi de un mandato programático, el sentido último de la tarea del arraigo en el suelo propio: «Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas»8. Hay, pues, un vuelco hacia la realidad, una conversión a la tierra en la que se vive, por la que la situación o circunstancia latinoamericana cobra, como ya se apuntó, el carácter de referencia normativa para la actividad intelectual. Apremiando entonces en esa conciencia, la realidad misma se impone como lo que realmente debe ser pensado, y por cierto no desde moldes ajenos, sino desde ella misma, esto es, consultándola en su textura. Mediante esta conciencia segura del valor de lo propio, la realidad puja en busca de su expresión o interpretación adecuada. Por esto, conviene indi­ carlo expresamente, el norte de esta historia intelectual se puede describir indistintamente en términos de orientación en la propia realidad o en tér­ minos de búsqueda de una expresión propia. Realidad propia, es decir, apropiada en su diferencia, y expresión propia, como articulación cons­ ciente y sistemática de la apropiación de lo real, se corresponden y confor­ man dos momentos inseparables del mismo proceso histórico-cultural. Esta es precisamente la idea que José Martí expresará al escribir lo siguiente: «No hay letras, que son expresión, hasta que no haya esencia que expresar en ellas. Ni habrá literatura Hispano Americana, hasta que no haya Hispa­ no América. Estamos en tiempos de ebullición, no de condensación»9. El descubrimiento de Hispano América, como dice Martí, se imponía pues como condición posibilitante para la realización de un discurso pro­ pio. Pero, insistiendo en ello, fijémonos que ese descubrimiento no es cual­ quier contacto con la realidad, sino que tiene que marcar el momento en que esa realidad es suelo de arraigo, suelo en el que se echan raíces, y que deviene así dimensión esencial y propia. Y es en función de este descubri­ miento o, mejor dicho, es función fundamental de ese descubrimiento que hace que haya Hispano América como realidad apropiada, la expresión que busca articularse en correspondencia con lo real. Resumiendo podemos retener, por tanto, que la comprensión de la dife­ rencia latinoamericana se condensa en una inquietante búsqueda de expre­ sión propia que constituye poco a poco el marco referencial mayor de la actividad intelectual, en el sentido de que la motiva a buscar su cumplimien­ to o ejercicio teniendo realmente en cuenta la realidad nacional. 8. José M artí , Nuetra América , en Obras Completas , tomo 6, La Habana 1975, 18. 9. Citado en Françoise PíRUS, Literatura y sociedad en América Latina: el modernismo, La Habana 1976, 91.

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