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234 MIGUEL LLUCH-BAIXAULI «Summa Halensis» 12quedó en manos de los discípulos de Alejandro y, por otra parte, el magisterio de Grosseteste en Oxford ha concluido (t 1253). No obstante, hemos preferido considerar, siguiendo a Martin Grabmann 13, que hubo una sola escuela franciscana inicial: la constituida en París por Alejandro de Hales y sólo por sus inmediatos seguidores. Las aportaciones propias del Doctor Seráfico constituyeron, más bien, una segunda fase. Por otra parte, la escuela de Oxford fue también otra cosa distinta. En efecto, este tercer núcleo universitario franciscano tuvo innegables características propias que lo distinguen de París. Los oxonien- ses recogieron la herencia anselmiana y desarrollaron una mentalidad fuer­ temente positiva, científico-matemática, tendente a valorizar el método in­ tuitivo y experimental. Y ni siquiera evolucionaron con san Buenaventura, sino que se fueron distinguiendo cada vez más de la escuela inicial parisina. En tercer lugar, las doctrinas de san Antonio de Padua no se pueden considerar todavía como una sistematización filosófico-teológica, sino, más bien, como una apologética de tipo polémico y pastoral. Así, pues, el estu­ dio de las relaciones hombre-naturaleza en san Antonio de Padua, en San Buenaventura y en la escuela de Roberto Grosseteste deben ser tema de otras investigaciones. Nos centramos, por lo tanto, en la escuela de París. Alejandro de Ha­ les, casi de la misma edad que san Francisco, le sobrevivió 20 años. Su vocación tardía, siendo ya maestro en Artes (1214) y en Teología (1221), le convirtió, como se sabe, en el primer representante franciscano entre los maestros de la Universidad de París. Así, pudo fundar la primera escuela teológica de la orden, y darle sus directrices básicas. De sus obras en el período de maestro, antes de ser franciscano, la crítica no ha pronunciado todavía su última palabra. En todo caso, no las analizamos aquí, porque lo que nos proponemos es buscar la impronta de san Francisco en su pensa­ miento teológico. Ya en la orden, Alejandro de Hales, ayudado por el 12. Como se sabe, esta empresa colosal, fue interrumpida en 1245 por la muerte del maestro Alejandro. Pocos meses después murió Juan de Rupella, su más directo colaborador, y los trabajos se interrumpieron de nuevo. En 1256 la Summa fue confiada a Guillermo de Melitona, que también murió, cuatro años después sin haberla podido terminar. Su forma actual, por tanto, es de 1260. 13. Cfr. Martin GRABMANN, Historia de la Teología Católica , Madrid 1940, 79-83. 14. Según la cuidadosa investigación de los editores de Quaracchi son suyas las siguien­ tes obras: un «Exoticon», especie de vocabulario de palabras difíciles. Algunos «Sermones», de los cuales sólo tres, hasta ahora, se han asegurado auténticos. L a Glossa in quattuor libros sententiarum, descubierta en 1946. Algunas Quaestiones y Quodlibeta. En colaboración, la Expositio Regulae y la Summa Theologica. Cfr. R. HUBER, Alexander o f Hales. His Life and influence on medieval scholasticism , en Franciscan Studies 5 (1945) 434-454; E. LONGPRÉ, Alexandre de Hales , en Catholicisme 1, París 1948, 308-309.

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