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LA RELACION HOMBRE-NATRURALEZA EN LA «SUMMA HALENSIS» 245 En la «Summa Theologica» no se entiende el poder del hombre corno un dominio despótico. El señor de la naturaleza es el hombre, pero lo es porque así lo ha dispuesto el verdadero Señor de lo creado. La «imagen divina» que es la razón del poder del hombre, viene a ser también la razón de su límite. Estos autores no podían prever en su época, lo que en nuestro tiempo es una verdad evidente: hasta dónde pueden llegar los efectos devastadores del hombre, cuando se olvida de que su poder tiene límites. Sin embargo, apuntaron el fundamento de estos límites. En efecto, para ellos, la natura­ leza tiene un orden propio y unas leyes que deben ser respetadas. Este respeto por el orden natural, el hombre lo realiza en libertad y con inteli­ gencia, el resto de las criaturas respetan ese orden de un modo necesario. Este orden, incluso, es respetado por el mismo Creador. En este sentido, nos parece muy interesante la respuesta negativa que los autores de la Summa dan a la cuestión de si Dios puede hacer algo contra la naturale­ z a 39. La realidad de este orden natural, dado y repetado por el Creador, está en la base de toda la ética de Alejandro de Hales40. Para terminar, a modo de conclusión, de las tres corrientes franciscanas iniciales, sólo se toma como propiamente escuela franciscana inicial —se­ gún los medievalistas— la de Alejandro de Hales en París. Esta escuela expuso en la «Summa Theologica» el inmenso programa de su doctrina sobre Dios, el hombre y el mundo, así como sus relaciones mutuas. Según esta obra, no puede entenderse un mundo separado de Dios. El hombre y la naturaleza son criaturas, aunque, según estos autores, tienen un estatuto natural propio. De aquí se desprende que todo lo que existe encuentra en Dios su raíz y su estabilidad ontologica. En cuanto a la relación hombre-naturaleza, los autores de la Summa entienden que el hombre es el centro del cosmos y que todo lo creado se orienta a él. En este sentido, la naturaleza sin el hombre carecería de senti­ do. Pero, a la vez, el señorío humano sobre el mundo no debe convertirse en dominio despótico. El poder del hombre no es absoluto, debe someter­ se a un orden superior. Este orden trasciende al hombre y al mundo, pero, a la vez, es lo más íntimo a su ser propio. 39. Toda la ética hálense se deriva de la obligación del conocimiento de Dios y de la orien­ tación («ordinatio») impresa por Dios en las cosas y en la naturaleza humana. El bien y el mal moral se deben buscar en la relación entre la actividad humana con el sumo e inmutable bien. 40. Cfr. Summa Theologica, inquis. Ili, tract. II, tit. Ili, membrum II, cap. VI, art. II, solutio, n. 304, 365-366: «...ut secundum nutum eius moveantur, referuntur autem ad homi­ nem in hoc quod dicitur: Erunt in signa et tempora, etc.». Como es sabido, para el hombre medieval, los astros tenían una influencia en el comportamiento humano, al menos, de un modo indirecto, a través de las pasiones.

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