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SOBRE LA CONCEPCION KANTIANO-POPPERIANA DE LA CIENCIA 221 Bien podría sospechar Hume que por lo menos la logicidad tenía que ser a priori , en sentido fuerte, como legislación para todo mundo posible, por lo tanto incluido éste, así para las relaciones de ideas como para las cuestiones de hecho, con lo que la mente ( intellectus ipse ) en ningún caso puede ser meramente pasiva. Pues no reduciéndose aquella, la logicidad, a las meras leyes de asociación de imágenes, tampoco se ve que proceda en modo alguno de la experiencia, ya que, entre otras consideraciones, la trabazón lógica de los párrafos de Hume, pretende naturalmente ser más que la mera creencia , que se puede originar por habituación del conoci­ miento experimental cuando nos referimos a leyes universales. De otro modo Hume veríase forzado a ser escéptico incluso respecto de su escepti­ cismo. Pues la resolución: «Todos los enunciados científicamente atendi­ bles son tautológicos o experimentales» no es ella misma ni tautológica ni experimental, siendo en cambio un enunciado. En cuanto a su escepticismo respecto de los argumentos morales, que pasan del «es» al «debe», no es tanto que él no acepte buena parte de las conclusiones (como hombre honrado de su época), cuanto que piensa que esas conclusiones no son estrictamente obtenidas por pura lógica a partir de premisas explícitamente formuladas, sino que el salto al «debe» se pro­ duce en virtud de un rodeo a través del corazón humano (cuyos sentimien­ tos habrían evolucionado), que añade premisas sentimentales implícitas, del tipo: me repugna tal clase de acciones, y deben ser castigadas las accio­ nes que me parecen intolerables. Creo que no sería mal artificio didáctico para exponer la entraña de la Crítica de la razón pura , el tomar a Hume por la palabra y analizar cuidado­ samente, como en un experimento ideal, la estructura mental de un hom­ bre tal como Adám, que tuviera desarrollado el entendimiento, pero care­ ciera de toda experiencia (en el sentido de experiencia, claro está, empíri­ ca, sin negarle las intuiciones puras). Esto es, desarrollar el experimento ideal de una mente que aún no ha tenido experiencias, pero puede tener­ las; ver como una tal mente se anticipa a la experiencia posibilitándola. Según su organización humana, diría Kant, tiene por fuerza que recibir­ las en el espacio, en el tiempo, en la causalidad, etc. (y también en la forma del deber, las morales; de la finalidad, las estéticas; y de la esperanza, las religiosas). Quizá no pueda saber si hay o no un espacio y tiempo reales allende mi percepción; pero de lo que estoy seguro es de que no puedo percibir como no sea espacio-temporalmente. Me resulta imposible concebir una percepción, como no sea en un donde y en un cuando; de ahí que el espacio y el tiempo se me presenten como condiciones necesarias de mi

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