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228 MAXIMILIANO FARTOS MARTINEZ El interior de la mónada , que refleja al universo entero. Pero difícilmente cometería Kant la «imprudencia» de llegar aquí después de haber sido disciplinado con la lectura de Hume. En cuanto a que las teorías científicas deben correr el riesgo de la falsación y exhibir la forma concreta en que ésta podría llevarse a cabo, dejó Kant un texto magistral al final de la réplica al torpe crítico que se escondía tras las páginas de la publicación Noticias eruditas de Gotinga. Esta réplica suele publicarse como apéndice a los Prolegómenos. Transcri­ bimos el pasaje entero: «El mismo encuentra en estos Prolegómenos y en mi Crítica, ocho proposicio­ nes, cada dos de las cuales se contradicen recíprocamente, pero cada una de las cuales pertenece necesariamente a la metafísica, la cual debe aceptarlas o contra­ decirlas (aunque ninguna de ellas haya dejado de ser aceptada por algún filóso­ fo). Ahora bien, el crítico tiene la libertad de elegir a su gusto una de estas ocho proposiciones y aceptarla sin prueba, puesto que de esto le dispenso; pero sola­ mente una (pues tan poco útil ha de ser para él como para mí la pérdida de tiempo); y entonces que ataque mi prueba de la antítesis. Pero si yo puedo salvar igualmente ésta y mostrar, de tal manera, que, según los principios que toda metafísica dogmática debe reconocer necesariamente, puede ser probado, de un modo igualmente claro, lo contrario de la proposición por él adoptada, está, pues, probado que en la metafísica hay una falta originaria, que no puede ser explicada, mucho menos resuelta, sin elevarse hasta el lugar de su nacimiento hasta la razón pura misma; y así, mi crítica debe, o ser aceptada o sustituida por otra mejor, pero al menos, pues, ser estudiada; lo cual es lo único que exijo ahora. Si yo no puedo por el contrario salvar mi prueba entonces se establece sólidamente, de parte de mi adversario, una proposición sintética a priori de principios dogmáticos; mi inculpación a la metafísica común será, por esto injus­ ta y me obligo a reconocer como equitativa su censura de mi Crítica (aunque esto no debería ser aún la consecuencia)». Por lo que respeta a la famosa asimetría entre verificabilidad y falsabi- lidad bastará con reproducir aquí un párrafo sorprendente de la sección cuarta del capítulo primero de la segunda parte de la Crítica (Teoría tras­ cendental del método) referente a la asimetría entre las demostraciones que proceden según el modus ponens y las que proceden según el modus tollens: «La verdadera causa del uso de demostraciones apagógicas en diferentes ciencias es ésta: cuando los fundamentos de los que se pretende derivar cierto conoci­ miento son demasiado numerosos o se hallan excesivamente velados, se ensaya la posibilidad de llegar a tal conocimiento a través de sus consecuencias. Sería el modus ponens , esto es, inferir la verdad de un conocimiento partiendo de la

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