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190 JOSE LUIS LARRABE E l ecumenismo en los sínodos Lógicamente, no podía ser de otra manera, el espíritu ecumenista se hizo presente desde el primer día a raíz de la intervención del Cardenal Willebrands ( Ibid . col. 2, 3 y 4). ¿Colegialidad? El Cardenal Tomko al hacer balance de los 25 años de sínodos comen­ zaba afirmando: «el Santo Padre ha llamado al sínodo «instrumento de colegialidad y un poderoso factor de comunión». Y de propia cosecha decía otro tanto: «El Sínodo de Obispos como se presenta hoy —dijo— es una institución nueva, favorecida por la feliz toma de conciencia de la antigua verdad de la colegialidad y de la comunión por obra del Vaticano II; y terminaba el Cardenal Tomko su intervención diciendo al respecto: «ello ha contribuido a reforzar la colegialidad y la comunión» {Ibid., p. 9, col. 8 y 9). No obstante, son muchos los obispos y teólogos que no ven satisfacto­ riamente llevada a la práctica esta colegialidad en los sínodos. Por otra parte, nadie niega la riqueza de contenidos en estas bodas de plata sinoda­ les pero el método deja mucho que desear según voces muy autorizadas, comenzando por la del propio Papa que más de una vez ha llamado la atención sobre esto. Y, desde luego, no llegan los «Lineamenta» a tiempo como para que el pueblo de Dios y los sacerdotes puedan impregnarse de los temas y ofrecer las debidas sugerencias. Desde la primera semana de este sínodo 1990 • Positivo es que el Cardenal Willebrands (en la intervención a que hemos aludido) haya señalado como fruto de los sínodos haber insistido en la defensa de los derechos humanos y en concreto el derecho a la libertad humana y religiosa3. • Que la corresponsabilidad sinodal y buena información a los medios de comunicación son necesarias, es —sin duda— aportación valiosa del Cardenal Lorscheider en esta primera semana del sínodo 1990, y pidió carácter deliberativo, no sólo informativo4; por supuesto «cum Petro et sub Petro» como dice ahí mismo. 3. Antonio P ela yo , en Ecclesia 1990, n. 2497, 20. 4. Ibid.

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