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212 JOSE LUIS LARRABE A modo de conclusión Estamos fundamentalmente de acuerdo con la que saca y deduce uno de los mejores informadores del sínodo en lengua española al decir: «El balance general de estos 25 años es, de una parte, francamente positivo. De otra, manifiestamente mejorable»55. IDEAS CENTRALES DEL DISCURSO DEL PAPA A l final del sínodo 1990 En primer lugar, el gozo de la Iglesia por los grandes frutos de los sínodos en estos 23 años posconciliares: temas, enfoques, orientaciones doctrinales y sugerencias pastorales de gran valor que merece la. pena poner en claro y en alto para bien de la Iglesia y de la sociedad misma*. El sínodo constituye una actualización y una ilustración de la naturaleza colegial del orden episcopal en continuidad con la doctrina conciliar (LG nn. 2.22-23 y CD 4-107 colegialidad de la que la Iglesia ha tomado renovada conciencia en el Vaticano II. Gracias al sínodo, un cierto número de problemas cruciales han podido ser afrontados y han encontrado una respuesta colegial, cultivándose de esta manera una dimensión universal de la Iglesia, dice el Papa. El sínodo está al servicio de la unidad de la Iglesia, es misterio de comunión que refleja en sí el misterio trinitario de Dios mismo. El sínodo como comunión episcopal en la universalidad: comunión afectiva y efectiva en torno a Pedro. Fruto de esta comu­ nión se quiere que sea (entre otros) la distribución de seminaristas y clero, así como bienes de todo orden para su formación adecuada con espíritu misionero, con visión de Iglesia universal (n. 1). En el n. 2 se nos dice que por su naturaleza, el sínodo ejercita una función consultiva (no dice puramente consultiva); puede el Papa conferirle poder deliberativo (n. 2). De hecho los sínodos con su extensa consulta en el aula sinodal no han quedado jamás sin frutos, ni siquiera en el plano de las decisiones, dice el Papa (n. 2); es más, se puede afirmar, añade, que las propuestas sinodales asumen indirectamente la importancia de decisiones (con el placet, aprobación o documento papal subsiguiente) (n. 2). Importancia enorme de los temas sinodales en general y de éste en particular al tratarse de la formación de los sacerdotes (no porque ellos sean los agentes de pastoral más importantes, sino porque de ahí depende en gran manera la renovación adecuada de la Iglesia, como dijo el Concilio Vaticano II (OT 1). Vocación de laicos y sacerdotes de complementan para bien de la Iglesia y de la sociedad. La identidad sacerdotal está en el ligamen ontològico específico que «une el sacer­ dote a Cristo, Sumo Sacerdote y Buen Pastor». De aquí deriva la necesaria formación 55. Manuel A lc a lá , Perspectivas sinodales , en Vida Nueva 1990, n. 1762, 30. * Cfr. L ’Osserv. Romano, ed. española, 2 nov. 1990.

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