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EL SACERDOCIO EN EL SINODO 1990 209 Una cuestión difícil Aunque no se han sentido alarmismos en y a raíz del sínodo, la cuestión referente a los candidatos procedentes de los movimientos eclesiales de última hora: está claro a los ojos del sínodo que no deben ser excluidos ni de los seminarios diocesanos ni de los presbiterios. Por su parte, ellos deben aceptar la formación indicada por el Obispo diocesano y (consi­ guientemente) por el equipo formador (, ibid ., col. 3). Estudios filosófico-teológicos Ya el sínodo comenzó con la preocupación (y la insatisfacción) relacio­ nada a los estudios filosóficos deseando mayor profundización y consisten­ cia (quizás también mayor duración) en ellos. Se quiere, pues, y se desea una formación seria y profunda en ellos para no ser traídos y llevados por las tentaciones ideológicas de moda... Se describe la figura de un «superman» en lo que se pide a seminaristas y sacerdotes en la formación pastoral una vez afirmada la práctica pastoral de los seminaristas en parroquias (cosa que nos parece obvia y necesaria, aunque no suficiente): Insistencia en la doctrina social de la Iglesia sobre todo para las Iglesias del tercer mundo (¿y las demás Iglesias?); el sacerdote debe ser sensible a la miseria inhumana, a las injusticias, a la violencia ciega y a la injusta explotación; bien instruido sobre los derechos humanos, sin caer en las falsas ideologías ni en el protagonismo personal, consciente de que el mun­ do se redime sólo con la cruz de Cristo; deben dedicarse a la pastoral de los emigrantes, de los nómadas; ser expertos en medios de comunicación social para usarlos del mejor modo para la evangelización, etc. Todo esto, a mi modo de ver está en línea de continuidad y coherencia con el docu­ mento conciliar sobre «El ministerio y vida de los presbíteros»52. Formación de formadores También aquí una enumeración ¡casi exhaustiva! de cualidades y pre­ paración de formadores: elegidos con prudencia de acuerdo con los caris- mas propios, sean asociados a la comunidades de formadores para educar a los candidatos al sacerdocio. Que los formadores han de tener como cualidades: madurez humana y espiritual, experiencia pastoral, competen- 52. CONC. VAT. II, Presb. Ord., n. 8.

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