PS_NyG_1992v039n002p0187_0213

206 JOSE LUIS LARRABE etapa de la historia de la salvación) y con la gratitud en las luces que —también éstas— se dan en el mundo actual. Entre las sombras o dificultades se apuntan, de principio a fin en este sínodo, el hedonismo, secularización, pérdida del sentido de lo sagrado, materialismo, consumismo, disgregación de la vida familiar, condiciones políticas enemigas del Evangelio, etc. Y entre las circunstancias favorables al Evangelio en el mundo actual: mayor conciencia de los problemas, deseo de Dios y de la dimensión tras­ cendente, amor a la Sagrada Escritura, generosidad de los jóvenes, aumen­ to de la libertad en varios países, etc.47. De Dios viene en definitiva toda vocación De ahí parte toda noción exacta y verdadera sobre la vocación si bien existen mediaciones humanas (para bien o para mal en ello): es carisma de Dios gratuito que propone la Iglesia y que hay que aceptar sin condiciones, con generosidad; el celibato como signo de la posesión de la llamada al sacerdocio; la pastoral de vocaciones que afecta a toda la Iglesia: a las familias, comunidades eclesiales; a las escuelas, movimientos y asociaciones y a los mismos sacerdotes ( ibid .). Identidad del sacerdote Tiene su fuente primera en la Trinidad y, por tanto, con una dimensión trascendente, participando ontológicamente del sacerdocio de Cristo y, por ello, convierte a los sacerdotes en imagen viva de Cristo Sacerdote. Todo esto está en línea del Concilio Vaticano II, de que el sacerdote «actúa en la persona de Cristo Cabeza»48. Espiritualidad Es evidente que ésta arranca de la identidad sacerdotal, afectando —de manera especial y específica a los sacerdotes— los consejos evangélicos (pero no en la forma específica en que éstos afectan a la vida religiosa como tal), sino como una escuela de vida y de virtudes. El sermón de la montaña es lugar evangélico privilegiado e inagotable de virtudes sacer­ dotales: su obediencia como siervo de Dios y de los hombres, castidad en 47. Santiago FERNÁNDEZ A rd an az , en Vida Nueva 1990, n. 1762, 23-24, refiriéndose a una primera redacción de proposiciones sinodales. 48. CONC. V a t . II, Presb. Ord., n. 2.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz