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188 JOSE LUIS LARRABE I ALGUNOS FRUTOS La vocación «Los sentimientos de Cristo son la razón de ser del sacerdote», dijo el Papa Juan Pablo II en la misa inaugural (30 septiembre 1990): • Elegido para trabajar en la vida del Señor: «hijo, vete hoy a trabajar a mi viña» (Mt 21, 28). • La viña del Señor que es grande, tan vasta como el mundo: llega hasta donde llegó el Creador, la redención de Cristo y el soplo del Espíritu. • Siempre ha habido quienes han escuchado esta voz: personas de toda edad y condición, que la han seguido de lleno. • Es llamada personal, intrasferible, única, irrepetible. • Una llamada en el interior de una comunidad: en la Iglesia y para la Iglesia. Esta dimensión eclesiológica es esencial. • Ahí, en ese contexo de la intimidad personal y en medio de la comu­ nidad se sitúa la vocación del sacerdote que es tomado de entre los hom­ bres y puesto para su servicio en orden a dar a este mundo una dirección hacia Dios (cfr. Heb 5, 1 ) l. j Qué formación! • Ante todo se trata de dar respuesta al Señor de la viña; y la primera respuesta es la disponibilidad para avanzar por el camino de la vocación. • Gradual y progresiva durante toda la vida y con toda la vida, hasta el fin. • En las circunstancias actuales , tanto externas, es decir, en el mundo actual y teniendo en cuenta también los efectos que produce en la interio­ ridad de cada uno. • Y para describir cuáles son los sentimientos de Cristo que hay que imitar, cuáles han de ser las cualidades y actitudes del sacerdote hoy y mañana, ningún texto mejor que el de la carta de san Pablo a los Filipenses con su humillación y exaltación (Fil 2, 5). 1. L ’Osserv. Rom., ed. española (7 octubre 1990) p. 1. «Servidor de sus hermanos en una dedicación irrevocable», dijo Juan Pablo II en su discurso final (Cfr. «ABC» [28.10.90] p. 79).

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