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EL SACERDOCIO EN EL SINODO 1990 201 son los grupos los que, como otros tantos arroyos, han confluido con las propuestas particulares en el aula general37. 6. En el tema de la caída de los marxismos del Este, algunos obispos procedentes de aquellos países han hecho consideración dignas de tenerse en cuenta a este respecto, en nuestro tema: reconociendo que, aunque bajo el régimen marxista estaban oprimidos, habían conseguido cierta identidad con peligro de que ahora se les esfume y el vacío se llene de miedo38... Una descripción de la identidad del sacerdote Proveniente del arzobispo de Cincinnati, Daniel Pilarczyk: «Sacerdote es la persona del pueblo cristiano, configurada permanentemente con Cristo (Cabeza: PO 2) por el orden sagrado, para servir a la Iglesia en colaboración con su obispo local, actuando en la persona del Señor, cabeza de la Iglesia y, en nombre de la Iglesia, ante Dios y el mundo»39. Todavía tres observaciones 1. Una, proveniente de Mons. Dorado, Obispo de Cádiz, referente a la formación permanente entendida como una situación de conversión per­ manente y usando los medios espirituales para mantenerse en forma espiri­ tual y teológica. En resumen, dice: fecundación mutua entre pastoral, teo­ logía, vivencia espiritual y promoción de la persona, en torno a una evange- lización nueva. 2. Centrarse más en el ser que en el actuar del sacerdote, dijo D. José M. Piñero, rector del Colegio Español de Roma, añadiendo que el sacerdo­ te debe ser «un hombre de fe ante la secularización y un hombre de comu­ nión ante la desunión», «con mejor formación filosófica y teológica». 3. Y es de agradecer la intervención del General de los Jesuítas: no debería olvidarse la evangelización de la inteligencia ante los desafíos del agnosticismo, el secularismo y el ateísmo, dejándola cambien en manos de laicos. Se debe salir, pues, al paso del anti-intelectualismo. Para eso se requiere restaurar la confianza entre obispos y las Universidades y entre los obispos y teólogos... es necesaria una mayor profundidad y más estilo científico en la búsqueda perseverante del ministerio de Dios40. 37. Ibid., col. 3. 38. Ibid., 42, col. 1. 39. Daniel PlLARCZYK, en Vida Nueva, 1990, n. 1761, 42, col. 1. 40. P. H. K o lv en b ac h , Ibid., col. 3.

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