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El Sacerdocio en el Sínodo 1990 A MODO DE INTRODUCCIÓN Siempre he seguido con sumo interés la trayectoria de los sínodos pos­ conciliares en estos 25 años de vida suyos a raíz del Concilio Vaticano II, que ha sido y es «el mayor esfuerzo evangelizador de la Iglesia de los últimos tiempos» l. Y concretamente este sínodo 1990 me ha resultado muy sugestivo e importante como tema «sobre la formación de los sacerdotes» no porque éstos sean más importantes que otros agentes de pastoral en la Iglesia sino porque de ahí depende en gran parte, decisiva, la renovación de la misma (OT n. 1). Por eso, nada más salir el primer esbozo de este sínodo con el nombre de Lineamenta (como ocurre con todos los sínodos), escribí un artículo titulado «De nuevo un Sínodo sobre formación sacerdotal: ¿Por qué y para qué?» siguiendo fielmente el orden de dicho documento pero aportando consideraciones teológicas y sugerencias pastorales tal como se pedía en é l2. Luego vino (aunque tarde, muy tarde) el segundo documento titulado como siempre con el nombre de «Instrumento de trabajo» tratando de incluir en él aportaciones y sugerencias provenientes de todo el mundo a la Secretaría General del sínodo; y también aquí intenté ofrecer las mías en el amplio y extenso artículo titulado «El sínodo más importante»: «Aná­ lisis del Instrumento de trabajo y ulteriores sugerencias»3. Una vez terminado el sínodo (yo diría que es ahora cuando empieza en línea de ulterior profundización y puesta en práctica) he tratado de espigar desde fuentes fidedignas4 del sínodo y de sus expresiones exteriores lo que llamo un provisional «Balance del sínodo 1990: Frutos y esperanzas». El tema de la formación de los sacerdotes se lo merece. 1. En Lumen 1990, 353-402. 2. En Surge 1990, 280-293. 3. En Surge 1990, 315-348. 4. En L ’Osserv. Romano edición española, 7.14.21.28 oct. 1990.

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