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158 SATURNINO ARA 1.5. La parroquia es eminentemente «Iglesia del pueblo» Advierte la segunda ponencia de Congreso «Parroquia evangelizadora», Parroquia y misión: «...la parroquia es, eminentemente, la «Iglesia del pue­ blo», no en el sentido de oposición al ministerio o a la institución, sino como apertura opuesta a cualquier forma de determinación selectiva que no sea estrictamente de fe. El núcleo esencial de la parroquia no son los grupos selectos de la misma, sino «el común de pueblo cristiano». Ellos son, fundamentalmente los que deben ser evangelizados desde lo común y radical cristiano y los que deben evangelizar con su vida pobre y humilde. Ellos son el eslabón que dirige la misión preferencialmente a los pobres. La «pobreza» de la parroquia, su «elementalidad», es una riqueza funda­ mental de la Iglesia». La Iglesia muestra verdaderamente en la parroquia la maternidad dirigida a todos, sin criterios exclusivos de élite, y compro­ metiéndose a ser una convencida y confiada educadora de los cristianos cada vez más abiertos al Espíritu: acontece así que la parroquia, con su misión, ejerce un influjo fundamental al suscitar en la Iglesia formas de esa «santidad popular» que constituye uno de los tesoros más apreciables de nuestras poblaciones cristianas»19. La característica de la parroquia, como «Iglesia del pueblo» habrá que interpretarla en nuestro contexto. No entendemos por pueblo el estamento social contraopuesto a las clases poderosas. Tampoco esa masa dirigida por unos cerebros previlegiados, dotados de capacidad y técnicas de arras­ tre. Ni siquiera las categorías manos favorecidas. La parroquia, «Iglesia del pueblo», es el agregado o conglomeración social que reúne a los feligreses de una cierta proximidad física, es el caso de las parroquias territoriales, o a los contingentes humanos afines por su situación sociológica, caso de las parroquias personales. La parroquia, «Iglesia personal», es la institución creada en vistas a un servicio de fe a todos los creyentes e incluso a todos los hombres, sin criterio alguno de exclusión, menos aún el de élite; aparece abierta, dedica­ da y comprometida con el Espíritu, a fin de suscitar la santidad o fidelidad de las gentes al Evangelio. Los sacerdotes, como ministros ordenados para el servicio del «pue­ blo», insistimos, ni constituyen ellos la parroquia ni acaparan ese servicio al «pueblo». Todos los creyentes participan del quehacer parroquial. Se dice que los clérigos no suelen estar con el «pueblo» y que, a veces, no atienden debidamente a los pobres o más necesitados. Habría que ser 19. AA.VV., Congreso «Parroquia evangelizadora» 113.

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