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LA PARROQUIA, ESTRUCTURA EVANGELIZADORA 157 propio de una comunidad auténtica, nota característica y definida de las comunidades de base. Aquí el grupo celebra gozoso los misterios de la vida muerte y resurrección de Cristo, el culto de la Santísima Virgen María y de los Santos y los momentos más destacados de cada uno de los miem­ bros que componen la comunidad. Celebraciones que pueden resultar ma­ sivas y no obstante ricas en valores de visión sobrenatural y de acercamien­ to humana. La parroquia que desee potenciar las expresiones de culto, debe buscar educar y formar su feligresía para la oración. Tiene que enseñar a los creyentes a orar. A vivir intensamente la presencia de Jesús, su contacto personal, el sentir el gozo de ser sus discípulos, gracias a la fidelidad soste­ nida en la práctica de la oración. Comenzará por las devociones tradiciona­ les, como novenas y triduos, santo rosario y exposición del Santísimo Sa­ cramento. Continuará con encuentros dirigidos a escuchar y a reflexionar la Palabra, a celebrar o recibir el sacramento de la reconciliación y a tener momentos especiales de oración. Podrá terminar con una recitación comu­ nitaria de Laudes y de Vísperas. La parroquia lugar de culto y oración litúrgica se explica en razón de una fe bien trabajada y no tanto en una coherénica, fruto de la amistad. Hoy, sobre todo, que el individuo masa, producto de la era industrial, no vive todavía el desencanto de su individualismo y no siente la necesidad de configuración de tercera ola, más exigente de encuentros personales que tonifiquen y alivien esa soledad que sufre el hombre de la era industrial, como consecuencia de la ruptura de los vínculos familiares e incluso de amistad extraprofesional. Cuando hace algún tiempo leíamos la obra de Marcel Legaut, Creer en la Iglesia del futuro , no podíamos menos de admirar su entusiasmo por las pequeñas comunidades, pero encontrábamos extrañas expresiones, como las siguientes: «En las grandes aglomeraciones, la asistencia a la misa, com­ pletamente impersonal a pesar de las técnicas litúrgicas utilizadas, no tie­ nen más que una superficial influencia sobre los cristianos. Estos —y en particular los jóvenes— no encuentran en ellas ni calor humano, ni nada de verdadero interés»17. La parroquia es más que calor humano; es lugar de encuentro de fe, cultivada en la oración, personal y pública y puesta en evidencia en las manifestaciones litúrgicas que nunca han pretendido prevalecer y menos aún substituir el testimonio18, finalidad primaria de la Iglesia, fiel al Evangelio. 17. M . L e GAUT, Creer en la Iglesia del futuro, Santander 1988, 144. 18. lbid., 146-147.

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