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LA PARROQUIA, ESTRUCTURA EVANGELIZADORA 171 El grupo u Orden de los capuchinos se ha caracterizado por su aten­ ción a la obra propia por antonomasia, la animación espiritual de la Orden franciscana seglar y, providencialmente también en las parroquias. El P. Pascual Rywalski en la «Carta sobre la asistencia espiritual a la Orden franciscana seglar», luego de suscitar la problemática creada por las tantas parroquias encomendadas a los capuchinos, presenta el reto de la constitución y erección de fraternidades seglares en las mismas parroquias, como medio eficaz de apostolado parroquial38. No es extraño, sin embar­ go, el caso de las parroquias servidas por los capuchinos, donde no hay lugar para la tercera orden, y, si lo hay, no siempre se facilitan salas de reuniones, etc., al igual que a otros grupos eclesiales. La parroquia, esa estructura que aunque no sea caduca, es estructura, entusiasma de tal manera a algunos religiosos que los mismos olvidan las oportunidades de evangelización que ofrecen la iglesia conventural y las obras propias, las cuales se abren a horizontes que superan la visión parro­ quial e incluso diocesana, soprepasan la iglesia particular. A veces, los religiosos se cierran más a los límites parroquiales y sus necesidades, que muchos sacerdotes seculares que cultivan la libertad del «peregrinante» o evangelizador universal. Parten estos de la base que les ofrece una seguridad económica, la que les concede un servicio parroquial o una ocupación diocesana remunerada. No es caso infrecuente el que los sacerdotes seculares estén exentos y se vean libres de cuidados pastorales parroquiales para poder dedicarse o consagrarse totalmente a actividades supraparroquiales, y que sean en ese caso los religiosos los llamados a hacerse cargo de las parroquias, perdiendo así la propia «movilidad» y universalidad que aquellos adquieren. Obra propia de los religiosos capuchinos, aunque no obra propia en el sentido del canon 677, han sido las misiones populares, cuyo brillante historial es bien conocido, así como su actual estado de postración. Par­ ticular que merece un tratamiento muy especial y en el cual no nos pode­ mos detener39. 38. El P. Rufino Grández advierte, al introducir la obra Espíritu y esperanza, o. c., p. 19 que se omiten entre otros escritos del P. Rywalski la «Carta sobre la asistencia espiritual a la Orden franciscana seglar». Véase texto en francés en Tertius Ordo XXXIX (1978), en particu­ lar p. 150, 5, 4.5. 39. Cfr. C onferencia I bérica de C apuchinos , V Semana de reflexión, «Nuestra misión de Evangelizadores» (Mattli). Misiones populares y tercer mundo. Congreso en homenaje al Siervo de Dios en el primer centenario de su muerte (1880, 7 de octubre 1980), Pamplona 1980. Y véase también, esto a título de curiosidad, Vuelven las misiones populares renovadas , en Pregones , n. 1. 103, julio 1981. Juan Pablo II habla de las misiones populares en la encíclica Reconciliatio et paenitentica, 26.

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