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168 SATURNINO ARA fundamental de buen talante parroquial evangelizado^ debe prevalecer el respeto a la vida fraterna con sus exigencias de oración, de reflexión de grupo que valora su propio patrimonio espiritual o carisma, de horas de convivencia, de reposo y, sobre todo, a la misión y peculiaridad de todos y cada uno de los que componen la casa religiosa que acoge a los sacerdo­ tes, responsables de la cura de almas parroquial y trata de componer con ellos, fraternalmente, el amplio equipo que constituye el grupo animador y evangelizador de la parroquia. Ciertas conversaciones y programaciones dejan la impresión de que las actividades parroquiales son incompatibles con ansias y necesidades de oración, estudio y otras aspiraciones propias de la vida religiosa. Se en­ cuentran religiosos, mayores y jóvenes, cuyo entusiasmo por la parroquia les ha cogido tan de novedad que ni llegan a entender la posibilidad de las iniciativas de sus hermanos en favor de las misiones populares, de activida­ des especializadas supraparroquiales, de actuaciones culturales, ni aún siquiera de las obras propias. Debe tenerse muy en cuenta que una actividad externa, como suele ser el cuidado pastoral parroquial, no ayuda ni permite esa serenidad de ánimo y tranquilidad que requiere la prestación de servicios como el confesonario y la guía espiritual, la animación de encuentros de oración y la misma producción científica, particulares que, como actividades siempre propias, no sólo obras propias, reflexionamos en el apartado siguiente 2.2. El sentido de fraternidad, entendido aquí más bien como equipo parro­ quial, ha llevado a hablar con naturalidad de la labor parroquial en expre­ siones, hoy corrientes: en la parroquia hacemos, la parroquia no puede, otra parroquia de la provincia lo hace mejor... Cuando debería decirse simplemente: los hermanos en otras iglesias propias hacen... Se olvida la existencia de las iglesias de los capuchinos, incluso la existencia del con­ vento o fraternidad; en ocasiones, por una especie de complejo y también de parroquismo exarcebado, hecho al que nos venimos refiriendo con tanta frecuencia. Por eso encontramos no aplicable a los capuchinos y pienso que tampo­ co a tantos otros religiosos el reproche hecho a los consagrados de estar más atentos al estilo de su propio carisma que a las líneas de la pastoral diocesana36. 36. AA.VV., Congreso «Parroquia evangelizadora», 195-196.

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