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LA PARROQUIA, ESTRUCTURA EVANGELIZADORA 167 respecto que no acertamos a explicarnos hayan sido dichas en tales circuns­ tancias y por personas que, por discreción y respeto, no citamos. Efectivamente, la parroquia que exige, en razón de la cura pastoral, residencia del párroco y coadjutores «in situ»33, y, consiguientemente, requiere una cierta estabilidad de personas en el lugar y que, además, en muchos supuestos, es centro de encuentro para una oración matutiva y vespertina juntamente con los fieles, puede ser una ocasión formidable de reunión de los Hermanos para la recitación de la liturgia de las horas y también para las convivencias fraternas, tanto cuando la parroquia está situada en zona urbana como cuando lo está en zona de barrio y rural... Un equipo parroquial hoy no puede entenderse cerrado al párroco y coadjutores; del mismo forman también parte los feligreses que se sienten corresponsables de la labor de evangelización, animación y mantenimiento de quienes constituyen sociológica y afectivamente la parroquia, pertene­ cientes de derecho, de hecho o de deseo a la misma. Los miembros de la casa religiosa que se ven unidos fraternalmente al párroco y coadjutores, religiosos del mismo instituto, deberán considerarse los primeros corres­ ponsables con sus hermanos de la labor parroquial, en testimonio de fra­ ternidad 34. En realidad, tanto los hermanos sacerdotes de la fraternidad capuchina o casa religiosa como los hermanos laicos de la misma constituyen un «equipo» al servicio de la tarea parroquial. Su labor puede quedar reduci­ da a la de confesor dispuesto a escuchar al que busca la reconciliación, a dar un consejo y compartir las tribulaciones de quienes llaman a la puerta de la casa religiosa, de ordinario, atendida por religiosos laicos. La parroquia se confía a algunos hermanos, nunca a la fraternidad35. Pero, de hecho, y por razón de fraternidad, «todos» subordinan las activi­ dades a la parroquia, lo cual suele ser en perjuicio de la libertad e iniciativa y de las misma actividades desarrolladas por quienes no han sido adcriptos oficialmente a la parroquia. Los componentes de una casa religiosa o fraternidad capuchina, algu­ nos de cuyos hermanos han recibido el encargo de la cura parroquial, deben ser bien conscientes, en primer lugar, que, por encima y como pilar 33. Canon 533. Los párrocos religiosos suelen ser «amplios» en la interpretación de la obligación de residencia. 34. «...Pero el deseo de fraternidad lleva en sí una amenaza: La originalizadad de cada uno corre el peligro de esfumarse en la fusión calurosa. Este peligro es tanto más real cuanto que tales grupos están no pocas veces constituidos bajo la influencia de un líder cuya persona­ lidad da forma a ese conjunto» (F. BüSSINI, Un lugar para la Iglesia..., 111. Citado por AA .W ., Congreso «Parroquia evangelizadora, 114, nota 3). 35. Véanse los cánones 515 y 520.

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