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LA PARROQUIA, ESTRUCTURA EVANGELIZADORA 163 por un servicio a la iglesia local a la que puede dudarse beneficien con esta actitud. Es sólo un dato anecdótico. El P. Pascual Rywalski, en su carta sobre «el apostolado de cada momento», cita un extenso elenco de actividades, no llamamos obras propias, ejercitadas por los capuchinos, curiosamente olvida de enumerar la labor parroquial23. 2.3. Clima de oración, soledad y silencio En todas las épocas de la historia de la Iglesia los institutos religiosos, caracterizados por el clima de oración, soledad y silencio, contemplación, aportaron su experiencia al apostolado y destacaron por su generoso y vigoroso servicio eclesial. La Orden de los Hermanos Menores Capuchinos ha escrito bellas pági­ nas de dedicación a la Iglesia, en razón de ese ser fiel a una irradiación apostólica desde la originalidad de una gran fidelidad al clima de oración. Como aval de estas afirmaciones traemos, de nuevo al ruedo, al P. Pascual Rywalski quien en su carta sobre «Nuestro apostolado» escribe: «De aquí nace la importancia que los primeros capuchinos dan a la sole­ dad, al recogimiento; eso es lo que literalmente significa: «estar pendiendes de los labios de Dios», «adorar al Padre en espíritu y en verdad» (n.° 42), «adora» boca a boca con Dios, de corazón a corazón con El, imitando a Cristo bendito que, antes de predicar o de emprender una obra importante como la elección de los doce (Le 6, 16), se retiraba a la oración por noches enteras»24. El capuchino, hombre dedicado al estudio, pero sobre todo a la viven­ cia de Dios, más exactamente, caracterizado por el gusto del seguimiento de Cristo, para y como modo de poder hacer llegar al pueblo estas realida­ des sobrenaturales, ciertamente necesita de maneras nuevas, distintas de aquellas propias de los orígenes, distante cinco siglos de nuestra cultura, con las que expresar el valor de ese clima de oración, soledad y silencio, denominado hoy, dimensión contemplativa de la propia vida. Habrá que incluir entre esas maneras nuevas el ministerio parroquial, ya que en las parroquias debe y puede cultivarse un ambiente de oración y devoción litúrgica y popular, carismàtica, expresión auténtica del patri­ monio espiritual, rico en prácticas y vida de oración. Donde, además, pue­ den ejercitarse y desarrollarse la mayoría de las especializaciones de los 23. Cfr. Espíritu y esperanza. Mensajes a los Hermanos capuchinos, Zaragoza 1982, 198-199. 24. Ibid., 287.

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