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162 SATURNINO ARA a su juicio, en estos últimos tiempos, sin apercibirse que tantísimos religio sos, sobre todo en tierras de misiones, han consagrado sus mejores y mayo res esfuerzos a la constitución de las parroquias y erección o construcción de los templos parroquiales. Entendemos por obras propias, en conformidad con las expresiones del canon 611, 2.° y 677, ya citados, las actividades particulares, carismáti- cas, las que responden a la propia misión y que es necesario entender no tanto como realidades económicas —obras—, de tipo asistencial, educati vo, siempre apostólico, cuanto como iniciativas de servicio pastoral y direc to al pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II ha hablado con insistencia de la acomodación de estas obras propias. El canon 677, párrafo primero, hace una distinción importante: la acomodación mira a los medios y no afecta a la naturaleza y finalidad del instituto y de sus obras. Acomodación o adaptación que habrá que realizar prudentemente, atendiendo las necesidades de tiempo y lugar, empleando también medios nuevos y oportunos22. Obra propia de los capuchinos, a la que hace referencia expresa el citado canon 677, párrafo segundo, es la de las fraternidades seglares fran ciscanas. En la práctica, el vigente Código ha borrado la diferencia tan marcada que existía entre las órdenes terceras y otros géneros de asociacio nes. Algunos capuchinos se consagran con ilusión y eficacia a esas asocia ciones que no son obras propias; son actividades encomendadas a los reli giosos por el Obispo diocesano, canon 681, olvidan las órdenes terceras, necesitadas de esa acomodación que les permita ser realmente o bien una comunidad de base y de encuentro, fraternidad, o bien un grupo de ora ción, carismàtica, o también una porción de la Iglesia comprometida apos tólicamente o de simple presencia en la vida pública, etc. No es infrecuente encontrarse con religiosos que se cuestionan la con veniencia de la supresión de sus casas, donde ejerce la misión y obras propias, para trasladarse a lugares y prestar los servicios rogados por el Obispo diocesano. Es necesario hacer comprender a estos religiosos que las casas y obras propias garantizan una misión que forma parte del patri monio espiritual o carisma del instituto, y permiten una situación pluralista que asegura mejor el vivir la vida propia del grupo, para un mayor prove cho de la Iglesia, en razón de la nueva sabia apostólica. Se tiene la impre sión que estos religiosos no sienten el atractivo del propio grupo, no viven el patrimonio espiritual y no entienden la riqueza de la variedad, fascinados 22. Cfr. R. L au ren tin , La Iglesia delfuturo más allá de sus crisis , Barcelona 1991, 53-59. Habla de las minorías selectas, soplos del Espíritu que conviene hacer conocer a las gentes. Es el pluralismo del que siempre la vida religiosa ha sido un exponente significativo.
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