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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 85 hemos ido viendo. La respuesta de Buenaventura se concretiza en un itine rario de vida cristiana marcada por la pobreza y la minoridad que deben caracterizar al fraile franciscano. Hoy la respuesta creemos que estaría en una opción por los más pobres y «menores», por los crucificados y margi nados de nuestro tiempo. Sería absolutamente nefasto que la piedad cristiana siguiese acostum brada a hablar de la cruz desde una perspectiva devocional, convirtiendo la cruz en un adorno o en una señal de poder o violencia. La cruz no se puede separar del Crucificado porque se desvirtúa. La teología de la cruz encuentra su significado auténtico en la historia de Jesús y no al revés. No se trata de una cruz en abstracto, sino de la cruz de Jesús. El mérito mayor de la cristología bonaventuriana es el de haber contribuido a consolidar teológicamente y a desarrollar, con su obra, que es fruto no sólo de su ingenio sino de su experiencia mística, la devoción a la humanidad sufrien te de Jesucristo. Tampoco se trata de una teología abstracta de la cruz y del dolor, sino de una teología del Crucificado. La imitación de Cristo crucificado no podrá ser nunca aceptación pasi va del mal y la injusticia. Al contrario, se consumirá dedicándose a la causa del Reino que viene y que nos pide un compromiso vigilante para hacer del Calvario de la tierra un lugar de resurrección, de justicia y de vida plena. Muy actual es su consideración de la cruz no como un desprecio de las cosas del mundo, como se llegó a pensar, sino como una verdadera mística de Cristo en medio a las realidades de este mundo. Como bien han señalado algunos autores, Buenaventura intentó supe rar las preocupaciones demasiado intelectualísticas de su época. Quizá hoy hemos disociado demasiado la teología de la acción pastoral. Falta la sínte sis teológica-pastoral que hizo Buenaventura en su tiempo, siendo teólogo y pastor de la Iglesia. Hoy tendríamos que descubrir una teología en la que la cruz de Cristo ejerza un rol crítico respecto a los optimismos del hombre y de la sociedad. Jesús eligiendo la vía de la cruz y del dolor se ha solidarizado con los últimos y con los marginados de la sociedad manifestando su amor disponi ble y salvífico. Una sociedad demasiado segura de sí misma y que pasa por encima de los marginados está continuamente bajo el juicio de la cruz re dentora de Cristo. Aquel que muere en el patíbulo, olvidado de su pueblo, de sus discípulos, y de Dios mismo, es el Dios para nosotros, sobre todo para los abandonados. Muriendo en este abandono, nos trae la comunión con Dios y el amor a todos los que en su infierno han perdido la esperanza. La presencia pobre y humilde de Dios en la encarnación y cruz de su Hijo se prolonga en los hermanos de su Hijo, sobre todo en los pobres,
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