PS_NyG_1992v039n001p0007_0093

CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 83 que es, al mismo tiempo, manifestación del amor del Padre. Usando el lenguaje de la teología de la cruz y del sufrimiento de Dios, podemos decir con J. Moltmann que la cruz es un acontecimiento que tiene lugar entre Dios y Dios. Más adelante llegábamos a uno de los ejes de toda la teología de Buena­ ventura: la cruz como punto máximo de la revelación y, por lo tanto, como criterio de toda su teología. La cruz será, para Buenaventura, la cátedra suprema donde Cristo, el libro escrito por el Padre, se abre del todo para revelar su Palabra y su amor. La cruz es el momento en el que Dios pronuncia la última palabra, resumen de todas sus palabras. La cruz es lugar fundante para toda verdadera teología, es una premisa. En la cruz conocemos quién es de verdad Dios, el hombre, la historia, la vida y la muerte. Es aquí donde se da la unidad entre teología y santidad; entre contemplación y seguimiento. Buenaventura nos está diciendo que la fuen­ te de la teología debe ser reencontrada en Jesús en cuanto único teólogo. La teología de la cruz ha tenido el mérito de centrar la teología en una cristología y la cristología en una kénosis, tomando como punto de partida el Jesús prepascual. Según esto, Buenaventura tiene hoy mucho que decir en esta línea por la valoración que hace del Cristo humilde, desnudo, pobre, crucificado en el camino del hombre hacia Dios. Es aquí donde Dios ha revelado su amor radical y desnudo al hombre. El camino que Buenaventura ha propuesto al hombre de su tiempo es la contemplación y el seguimiento del Cristo pobre y crucificado. La cristología contemporánea insiste en la función reveladora y media­ dora de Jesús para un recto conocimiento cristiano de Dios y del hombre. Buenaventura recuerda con fuerza que es este Jesús, en cuanto crucificado, el amor ardentísimo que quiere llevar al hombre a la plena sintonía de conocimiento y de amor a Dios, que al mismo tiempo se revela como la vocación más radical y profunda del ser humano: ser amor que se entrega total y gratuitamente. Este amor se revela «en forma excesiva» en la cruz de Cristo. Y es este amor el que puede mover a una praxis histórica autén­ ticamente humana y a medida de Dios, de su amor y de su Reino. La cristología de Buenaventura es el descubrimiento y la formulación de uno que primero ha aceptado vivir como discípulo del Crucificado. Del misterio de la cruz surgen dos fuentes de conocimiento para Buenaventura: una es la admiración y el vértigo que produce la humildad de Dios, y otra es el dolor y compasión de compartir los sufrimientos de Cristo en la cruz. Buenaventura nos hablará del deseo del martirio como el grado mayor de conformación con Cristo. Podemos ver en estas ideas cierta afinidad con algunas tesis de la Teología de la Liberación: el sufrimiento del pobre

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz