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82 LUIS RODRIGUEZ CHILAN miento del misterio de Cristo en la historia humana; y el haber visto la centralidad universal de Cristo en orden a un final y beatificante retorno al Padre. Dios-Hombre-Cosmos en Cristo es el panorama inmenso que Buena­ ventura nos invita a contemplar. Será una contemplación que sane y trans­ figure al hombre y a todo el universo. Un mérito de Buenaventura es el de poner siempre en el centro de la reflexión teológica al Dios crucificado en Jesucristo, el Dios de la revelación y no el Ser como Uno e Inteligencia pura. De esta forma consigue elaborar una teología sapiencial que estudia el misterio no por el gusto de saber, sino por el deseo de vivir. La especu­ lación brota del amor y de la fe y a ellas sirve en todo momento. Buenaven­ tura será un hombre testigo antes que teólogo. De ahí su afirmación de que no puede ser teólogo quien no vive convertido y conformado a Cristo. La sabiduría de la que nos habla Buenaventura está marcada por el sello de la cruz: es sabiduría de la cruz, ya sea porque la experiencia reli­ giosa ha sido desvelada por el Crucificado, ya porque el hombre debe recorrer un camino que pasa por la cruz. La experiencia y el conocimiento de Dios y del mismo hombre pasa por la relación personal con el Crucifi­ cado. Anular el «escándalo de la cruz» y el consecuente compromiso exis- tencial es eliminar el núcleo central de la experiencia cristiana. Sólo el «amor crucificado» nos ofrece la dimensión exacta de la respuesta del amor humano. Frente a la muerte de Jesucristo en cruz, todas las especula­ ciones caen dejando espacio a una experiencia del Amor encarnado y cru­ cificado. Parafraseando a H. de Lubac cuando dice que «Jesús prefirió un cris­ tianismo crucificado», podemos decir que Buenaventura también optó por hacer una teología desde el Crucificado. En este sentido hablando del esquema teológico del Lignum vitae decíamos que todo camina hacia la cruz: la encarnación, la vida de Jesús, sus sufrimientos, etc. Pero no se queda ahí. La cruz se convierte en tránsito, en pascua. Pasa de ser lignum crucis a lignum vitae. El camino no se para en la cruz, sino que sigue necesariamente «desde la cruz». De esta forma intentábamos superar el riesgo de estaurocentrismo explicando la armonía y equilibrio de la síntesis de Buenaventura, que corona la cruz con los misterios de la gloria. Cuando hablábamos del camino de Cristo hacia la cruz, nos parábamos en la teología de los sufrimientos de Cristo y dedicábamos un punto al tema del Christus deformis. Es un campo en el que Buenaventura supera las limitaciones teológicas de su época para hablar del sufrimiento del Cris­ to con un realismo que se acerca a las consideraciones de la teología actual. El sufrimiento de Cristo expresa la radicalidad y gratuidad de su amor,

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