PS_NyG_1992v039n001p0007_0093

CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 79 CONCLUSION Al final de nuestro recorrido por la estructura y el contenido teológico del Lignum vitae intentaremos exponer las conclusiones que hemos ido recogiendo, así como su grado de actualidad y el modo de aplicarlas hoy. Nuestra primera constatación es la de estar tocando el núcleo de la inspiración y la experiencia franciscana. La forma de vida evangélica que san Francisco puso en marcha dando vitalidad y frescura evangélica a la Iglesia nace de la contemplación afectiva de los misterios de la humanidad pobre y crucificada de Cristo. Francisco descubrió y contempló al Cristo pobre y siervo que da la vida por sus ovejas. Este decubrimiento y contem­ plación impulsaron a Francisco a vivir como Cristo, a vivir la vida de Cristo. Su fuente de inspiración primera no es tanto la vida de las primeras comunidades cristianas que nos narran los Hechos de los Apóstoles , sino la de Cristo mismo, hasta la cruz. Después de san Francisco, las expresiones «conforme a Cristo» y «con­ formidad a Cristo» entran en el lenguaje de la teología espiritual, sobre todo franciscana, con un significado similar al de imitación y secuela de Cristo. Se trata de un modo nuevo y más radical de imitar a Cristo, sobre todo en la humildad y la pobreza, como «menores», mediante una vida lo más fiel posible a la letra del Evangelio. Buenaventura, como fraile menor, ha vivido el carisma franciscano y ha comenzado a traducirlo en lenguaje teológico, poniendo ya las bases de un estilo y un contenido teológico-fran- ciscano. No queremos entrar en la polémica de si hoy es necesaria y posible una teología específicamente franciscana, pero está fuera de dudas que el carisma franciscano tiene una riqueza y unos acentos evangélicos que no puede dejar de ofrecer al mundo y a la Iglesia de hoy con toda su vitalidad y frescura. Según esto, creemos que hoy una «teología franciscana» será significati­ vamente actual si vuelve a conectar con la rica experiencia de sus orígenes. Su tema fontal tendrá que seguir siendo el «Amor crucificado», el Cristo pobre y humilde como la máxima revelación del amor del Padre a los hom­ bres. El cristocentrismo franciscano tendrá que seguir ahondando en una teología del anonadamiento y condescendencia de Dios, que se manifiesta como un Dios pobre, pequeño y humilde hasta la cruz. Pero de Buenaven­ tura hemos aprendido que esta teología quedará incompleta si no desembo­ ca en un seguimiento que participe de estos misterios de la humanidad de Cristo; que convierta la teología en vida y la vida en teología; que sepa ver a Cristo pobre y crucificado en los pobres y marginados de nuestro tiempo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz