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76 LUIS RODRIGUEZ CHILAN Los frutos vienen donados y recogidos sobre la cruz, como oferta personal del Hijo de Dios, que se ha convertido en árbol de la vida para los hombres. Toda la teología de Buenaventura se puede considerar como un itinera­ rio, apertura y camino hacia lo alto, ascensión y comunión con la presencia salvífica de Dios. La subida por la escalera dolorosa de la cruz de Cristo nos ilumina y nos permite ascender por la estela luminosa trazada por Jesucristo resucitado. Por eso, toda su teología intenta conducir a los hom­ bres hasta Cristo, el árbol de la vida cargado de frutos, la vid mística, a la cual nosotros, los sarmientos, debemos estar unidos para dar frutos de vida eterna, para convertirnos en racimos jugosos y dar el vino que se transforma en sangre, para convertirnos en granos de trigo, que se transfor­ men en pan vivo, pan eucarístico, alabanza y sacrificio en el misterio pas­ cual de Cristo, resurrección y vida 284. Las creaturas reviven en el itinerario de encarnación y de cruz del Hijo de Dios su gradual ascensión, hasta la claridad de la luz de la Pascua y el resplandor de la gloria de Dios. El arco de paz vuelve a brillar sobre la creación con la luz de la victoria de la cruz en la que Cristo sube al cielo como primer peregrino de lo eterno285. El árbol de la vida, Cristo, comunica la vida en todas sus expresiones, la restaura y perfecciona, introduciéndola en el misterio de la vida trinita­ ria286. En san Francisco estigmatizado ve Buenaventura el hombre nuevo que ha recuperado la inocencia original a la que todos estamos llamados287. En el Crucificado la persona humana encuentra un nuevo significado de la existencia y recupera la imagen perdidapor elpecado. Latransfiguración del hombre en el hombre nuevo seda enel sacrificio, quelibera la vida de las ataduras terrenas y la dona a Dios en acto de suprema adoración. Cristo crucificado es la puerta que nos conduce a la gloria eterna288. «Al rayar el día tercero del sagrado descanso del Señor en el sepulcro, él, que en el ciclo de los días es el primero y el último , Cristo, virtud y sabiduría del Padre, derribado el autor de la muerte, venció a la misma muerte. Y, resucitando de entre los muertos por divina virtud, abriónos las puertas de la eternidad y nos mostró los caminos de la vida» (34). Para Buenaventura no hay más edad ni tiempo que el de Cristo, que en el ciclo de los días es el primero y el último , y cuya cruz constituye el centro 284. Cfr. C. DEL Z otto , loe. c. 285. Cfr. C. del Z otto , loe. c. 286. Cfr. Apol.y 2, 12-13. 287. Cfr. III S e n t d. 28, a. 1, q. 1, concl. 288. Cfr. In Le. Com.y 20, 30-31.

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