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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 73 cisco. En el Lignum vitae Buenaventura dedica la meditación número 16 a «Jesús, pan consagrado». Pero lo más significativo es el lugar que ha reser­ vado a la eucaristía en la imagen ilustrativa del árbol de la vida, que prece­ de al texto. Buenaventura ha dibujado un nido de pelícanos en las ramas centrales que están encima del tronco donde está clavado Cristo. El nido de pelícanos como símbolo de la eucaristía, situado en el árbol de la vida donde está clavado Cristo, ya es suficientemente significativo, pero intenta­ remos desarrollar su contenido sintético y teológico con ayuda de lo que el mismo Buenaventura nos dice. Cuando Buenaventura recomienda el recuerdo vivo de la pasión no se ciñe tan sólo al Cristo histórico. La pasión se reproduce místicamente en el sacrificio de la eucaristía. Armoniza perfectamente el Cenáculo con el Calvario, la eucaristía con la cruz. Buenaventura en la imagen del Lignum vitae reúne sintéticamente la encarnación y la pasión en el sacrificio euca- rístico273. La cruz como historia trinitaria de Dios hace confluir en una misma perspectiva el sacrificio eucarístico, la cruz del Calvario y el corazón de Dios uno y trino. Buenaventura ve en la cruz el amor infinito de la Trini­ dad continuado en la vida eucarística, en la que se realiza para nosotros la vida trinitaria en la presencia real de Cristo. El camino de Cristo culmina y madura en la cruz, convirtiéndose en ese preciso momento en fruto para ser comido en el banquete eucarístico: «El fruto nacido del seno virginal, que en el árbol de la cruz llegó a madurez saporosa... ahora, en el jardín del paraíso celeste, la mesa de Dios , se ofrece para ser gustado por cuantos lo desean» (Prol. 3). Para Buenaventura quien tiene la eucaristía tiene el árbol de la vida. Une, así, los dos aspectos del único amor de Cristo, inmolándose sobre la cruz y donándose en la eucaristía 274. Así, el árbol de la vida se convierte en signo sacramental que unifica los demás signos sacramentales comuni­ cando a las creaturas la vida: «La cruz de Cristo es signo de la difusión de la gracia de Dios, que de la cruz, esto es, de su pasión, reparte todas las gracias de los carismas» 275. Al mismo tiempo dice que sólo mediante el sacrificio de la cruz y el don de la eucaristía y de los otros sacramentos será posible gustar los frutos del árbol de la vida276. La cruz, como árbol 273. Cfr. Praep. 1, 3, 10; B. APERRIBAY, Cristologia mistica de San Buenavenlura, en la introducción a las obras de la B.A.C., t. II, Madrid 1946, 3-93. 274. Cfr. Praep. 1, 11. 275. Sermo V de S.P.N. Francisco , IX, 590. 276. Cfr. IV Sent., d. 26, a. 1, q. 1, conci, ad. 4.

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